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Para conocer más sobre el colorido y de las tradiciones vivas de Oaxaca es necesario realizar una visita a uno de los Mercados más emblemáticos de la ciudad: el 20 de Noviembre, cuyas instalaciones fueron rehabilitadas y que hoy ofrece un rostro distinto, pero la misma esencia a visitantes y ciudadanos.

Apenas se entra y los olores de la gastronomía oaxaqueña cautivan de inmediato. Es imposible resistirse al sabor de una tlayuda con tasajo recién preparada, un plato de coloradito, o una tradicional botana oaxaqueña, acompañada de su mezcal.

En cada pasillo, una sonrisa amable te ofrece sus productos. “Aquí hay lugar”, es la invitación de las mujeres y hombres del mercado que son quienes dan vida a este espacio ubicado en el corazón de la capital oaxaqueña.

Hay para escoger, el chocolate, el pan de yema, las empanadas de amarillo y los 7 moles de Oaxaca se reúnen en un solo lugar para complacer a los paladares más exigentes.

Mención aparte merece el llamado pasillo de las Carnes Asadas. Ahí, los tradicionales anafres arden a su máxima capacidad para ofrecer el delicioso tasajo de hebra, chorizo, cecina, tripa de res, acompañados de los típicos chiles de agua y cebollitas asadas, que se complementan con tortillas de mano y su guacamole.

Este es un lugar ícono de los mercados públicos que dentro de sus mejoras, cuenta con un sistema de ventilación adecuado para garantizar que locatarios y visitantes puedan disfrutar de las delicias oaxaqueñas.

El Mercado 20 de Noviembre es garantía de adquirir calidad y tradición. En su exterior, hermosas artesanías realizadas por manos mágicas se exhiben ofreciendo al visitante en cada pieza, parte del corazón de Oaxaca y sus ocho regiones.

El “20 de Noviembre” renovó su imagen resultado del esfuerzo conjunto de las autoridades y los locatarios, pero que conserva la hospitalidad, sazón y colorido del mercado tradicional que hace de la entidad oaxaqueña un lugar único que vale la pena visitar.