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Moisés MOLINA

¿Escribir es difícil? Vestir un texto con las palabras exactas; dulce, agradable o ya de últimas interesante para un eventual lector o (por qué no, para sí mismo), ¿reviste un alto grado de complejidad? ¿Encontrar los adjetivos calificativos, el verbo preciso o el símil exacto para transformar la letra en imagen o mover las fibras emocionales de una, pocas o gran cantidad de personas?; o abrir signos de interrogación y/o exclamación en el imaginario de quienes tropiecen con un texto, ¿es empresa posible para un estrecho porcentaje de la población? Y no me refiero a los héroes como Joyce, Víctor Hugo, Romain Rolland, Dante, y todos aquellos que se han inmortalizado con su obra.
Quiero circunscribirme al opinólogo, al columnista, al articulista, al que pone la realidad bajo un lente y encuentra conclusiones, señala caminos, ataca el mal, ensalza el valor; las buenas acciones, la moral. Al que escribe desprovisto hasta donde sea posible, de la retórica y comparte su verdad.
Remitámonos a Oaxaca. Se ha preguntado –amable lector- ¿cuántos escribientes tenemos para mostrarnos la verdad que se asoma a través de su lente? Imagine usted que no son solo periodistas. Alguien dijo que periodistas y políticos no pueden ser amigos. La realidad es que hay políticos que escriben en contra o a favor de otros políticos, como periodistas, los hay, quienes realizan periódica u ocasionalmente el mismo ejercicio.
Quiero centrarme en el escribiente del fenómeno político, porque creo que es el que transforma, el que convierte una dictadura en una democracia o el que hace, en buena medida la victoria o la derrota en tiempos electorales o simplemente el que trasmuta la opinión de quien lo lee en razón de un suceso sobre el que se tiene que tomar partido.
El periodismo no es imparcial, al menos el de opinión. Se llama de opinión porque va cargado de una carga valorativa, que a final de cuentas es el lente con el que el escribiente desnuda la realidad, su realidad. Un artículo de opinión lleva sesgo, una columna, no se diga; probablemente el reportaje esté más exento de él; y así podemos seguirnos con el resto de los géneros.
Pero el periodismo a todos los niveles, en cualquier temática y en cualquier geografía es cada vez menos imparcial. Es más o menos crítico, en una reducida parte de compañías y escribientes, dependiendo del mercado. Los impresos cada vez se mantienen menos de la publicidad y no es un secreto de los convenios de las compañías con los gobiernos. Ello se reproduce en radio, televisión, agencias de noticias, portales electrónicos y escribientes independientes.
Dicen que todo tiene un precio. Me consta que no. El ministerio del periodismo en su recta práctica no tiene ataduras, aunque haya casos, para mí, justificables (y que me perdonen Ricardo Flores Magón y Belisario Domínguez) de quien hoy día recibe cincuenta pesos por nota y es obligado por la realidad y el mercado a hacerse amigo de quien sea para llevar sustento a la familia y en vergonzantes casos a enriquecerse. Hasta ahí la dejo… entre gitanos no se leen las manos. Anticipo disculpas si esto que escribo causa íntima incomodidad.
Bien que mal así se mantienen los tirajes o las ediciones y permiten a los escribientes regalar su verdad. Centrémonos en Oaxaca para hacer más interesante estas líneas- espero. ¿Tiene usted idea de cuántos escribientes existen en Oaxaca? ¿A cuántos conoce usted? ¿Cuáles son sus favoritos o a cuantos lee con regularidad?
Viene el tema de la credibilidad. Hay quienes llevan lustros escribiendo y los siguen leyendo. La cuestión de la verdad es relativa, cada quien tiene la suya, pero la credibilidad existe y hace que el lector los busque para orientar su pensar y su actuar. Esos escribientes, que son los menos son poderosos, algunos usan pseudónimos y día a día se disputan el mercado. Escriben a diario, tienen “fuentes” confiables y no sé exactamente cuántos son letrados; tienen un amplio bagaje académico y noticioso. El escribir es su vida y lo escrito por ellos se toma por dogma.
Los hay quienes comúnmente, el argot los etiqueta como reporteros y hay quienes curiosamente escriben (escribimos) semanalmente “compitiendo” por el exquisito bocado de las percepciones de quien nos lee.
O los hay también quienes escriben ocasionalmente a propósito de cualquier cosa que sea de su interés o para rebatir a otro escribiente sus argumentos o su intencionalidad.
Repase nombres, compártalos. Hay mujeres y hombres talentosos que generan opinión y se convierten en líderes, en luces. Así como también los hay quienes buscan el amarillismo sensacionalista, porque es su verdad, o por que obtienen derivado de ellos un beneficio.
¿Por qué escribo yo? No lo voy a decir, no porque la alabanza en boca propia sea vituperio, sino porque prefiero que ustedes me lo digan. ¿Cuántos me leen? Imposible saberlo.
Solo diré que es un espacio que recién cumplió 13 años, que es un ejercicio, al igual que el hablar, consustancial a mi existencia. Agradezco cumplidamente a todas y todos quienes encuentran algún interés en él y lo reproducen en sus espacios. Aún no sé si es columna o artículo de opinión.
Sea como sea es un ejercicio de libertad que intenta ser responsable y que me ha acompañado desde los 24 años, cuando un amigo me llevó a la redacción de El Imparcial de Oaxaca y sin más requisitos, ni antecedentes acogieron en sus páginas dominicales, como hoy, como el próximo domingo.
Dígame, dime quiénes son tus escribientes favoritos.
@MoisesMolina