Moisés MOLINA

Parto de una premisa: hay que reconocer la habilidad y el olfato del presidente electo para fijar la agenda setting. 

López Obrador ha arrebatado el papel central a los medios masivos que se han convertido en reproductores de los intereses mediáticos del próximo presidente.

Mis últimas entregas las ha acaparado AMLO. Aclaro que no es un tema de aversión ni de activismo militante. Simple y sencillamente todos los temas de interés para la opinión pública tienen que ver con Andrés Manuel. 

Tal es el caso del nuevo aeropuerto. La saturación del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México obliga a la construcción de uno nuevo cuyo asiento, aparentemente, ya se había determinado en Texcoco. Pero con la inminente llegada del nuevo gobierno, una decisión que debía obedecer eminentemente a cuestiones técnicas, como todo lo que ha tocado el obradorismo, se politizó tan groseramente al grado de desahogar todo el peso de una decisión de gobierno en “el pueblo”, que no siempre es sabio.

No quiero recargar la atención en lo que ya todos conocemos: 

Que AMLO quiere que sea Santa Lucía y no Texcoco; que la pretendida consulta no tiene sustento legal; que no representará ningún mecanismo de democracia participativa de los que nos regalamos en la Constitución por la vía de la última gran reforma política; que se busca que el Grupo Rioboó, cuyo dueño es amigo de AMLO, sea el gran beneficiario de la magna obra; que no existen razones técnicas de peso –ni las ambientales, cuya valía tendrían que ponderarse con la misma necedad en el caso del Tren Maya- para hacer cambiar la percepción de que se trata de un capricho.

La consulta no es más que un medio para “legitimar” un capricho, el capricho de un gobernante de facto acostumbrado a que las cosas se hagan como él quiere, cuando él quiere y donde él quiere. 

Obrador no es un demócrata. Es, como todos los populistas, un animal político profundamente autoritario… un monarca con piel republicana. 

Si no, ¿qué razón para montar un circo cuyo costo será, en definitiva, pagado con nuestros impuestos? Si tanta preferencia tiene por Santa Lucía ¿por qué no esperar a tomar protesta y decidir ya como jefe de la administración pública federal con todas las de la ley?

Casualmente AMLO ganó en el 91 por ciento de los municipios donde se instalarán casillas para la consulta del próximo 25 de octubre.

Y aquí es a donde quiero poner el índice. AMLO, como todos los populistas, pensando en su futuro, necesita a su base social intacta y estará dispuesto a movilizarla las veces que él considere necesarias a cualquier costo. La consulta del nuevo aeropuerto es un primer ejercicio y el otro, que al día de hoy tenemos cierto, es el referéndum que reiteradamente ha anunciado para la mitad de su periodo, para ver si se queda o se va.

Una burla más. Constitucionalmente, el cargo de Presidente de la República es irrenunciable, al menos a petición del “pueblo”. 

Volviendo a la consulta del nuevo aeropuerto:

¿Quién la organiza? ¿Quién contará los votos?¿Quién diseñó la pregunta?¿Quiénes van a participar? Como en todo ejercicio electoral ¿quién garantiza que no habrá “fraude”?

El INE, que es la única institución en México que tiene los medios que garanticen imparcialidad,  credibilidad y profesionalismo no va a participar. No puede. Es un ejercicio metaconstitucional. Ya lo dijimos: un capricho desproporcionado en su costo y sus alcances.

Pocos saben que los votos los contará la Fundación Arturo Rosenblueth y menos aún saben de su existencia. No obstante pudiendo ser una institución de prestigio, pregunto a usted –amable lector- ¿le inspira confianza de que su voto será respetado si vota por Texcoco?

Y le hago la misma pregunta para el caso de los organizadores de la consulta. Le comparto los nombres de los doce académicos que conforman el “consejo ciudadano”. Omito currícula por razón de espacio: 

Enrique Semo, Armando Bartra, Víctor Manuel Toledo, Luis Arismendi, Consuelo Sánchez, Gian Carlos Delgado, Fernando Córdova Tapia, Rodrigo Medellín, Eckhart Boege, Yolanada Massieu, Mauricio González y Elvira Concheiro. 

No pongo en duda su prestigio como académicos, pero ¿quién los eligió? 

A usted, como responsables y árbitros de la encuesta ¿le dicen algo?

A mí, al menos dos de ellos, sí me dicen algo.

Rodrigo Medellín publicó el 6 de octubre un artículo de opinión en La Jornada donde afirma que desde el punto de vista técnico no había suficientes argumentos para desestimar la opción de Santa Lucía. Es decir, es juez y parte; y

Fernando Córdova es miembro del equipo de transición y en agosto de 2015 publicó el artículo “El Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, manifestación de cinismo ambiental” en el que asegura que el manifiesto de impacto ambiental del NAICM en Texcoco no fue realizada de manera independiente. Es decir, juez y parte.

No me anima a escribir estas líneas más que mi vocación de libre pensador. Soy solo una más de las plumas que en estos momentos de grave riesgo para las libertades contribuye al pensamiento crítico. 

Se me acusa sistemáticamente de prejuzgar a nuestro Presidente electo y se me exige que espere a que asuma el poder para juzgarle. 

Con esta consulta que, a resumidas cuentas, se le ocurrió a AMLO, la realizará AMLO, en la cual AMLO contará los votos y cuyo resultado será una victoria de AMLO, se estará consumando una de las mayores burlas a un pueblo tan noble como el mexicano que ha sido obligado por pésimos gobiernos a creer en el hombre providencial.

Los costos de la decisión que se tome no serán, como la teoría y la ley prescriben, para el titular del Poder Ejecutivo, sino para los que votaron sin saber qué estaban votando.

AMLO comenzará su gobierno, como Poncio Pilatos, lavándose las manos, indultando al ladrón y condenando al inocente.

@MoisesMolina