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* Mundialmente conocido por preservar tortugas marinas, este destino hoy ofrece un cruento escenario: la brutal matanza de Tiburones.

José Luis Sarmiento Gutiérrez
Texto y Fotos

Santa María Tonameca, Oax.- Conocido mundialmente por preservar especies de tortugas marinas en peligro de extinción, Mazunte hoy muestra un rostro muy diferente al del destino Eco-Turístico por excelencia, como se ha publicitado.
Es un medio día, de cualquier día: la lancha surca las aguas frente a la playa y a toda velocidad, se enfila de frente a las doradas arenas; el lanchero levanta el motor fuera de borda y encalla.
Los turistas miran curiosos, los lugareños corren hacia la embarcación y contentos proclaman… ¡¡Ya llegó el Tiburón!!
Y sí.
Pescadores y lancheros tienden una lona y arrojan decenas de ejemplares de diversas especies:
Peces Martillo, tan pequeños, que no cumplieron ni siquiera con con su ciclo reproductivo; del mismo modo que los azules, oceánicos y grises, toro y zarda, nodriza y gata, entre otros, que permanecen postrados en la playa principal de Mazunte, a unos pazos del Centro Mexicano de la Tortuga.
Pero el horrendo espectáculo apenas comienza ante la mirada incrédula de los visitantes nacionales y extranjeros, porque para los lugareños, se trata de una pesca tradicional.
Los magníficos animales que cruzaban las aguas del Océano Pacífico, son destazados brutal y sanguinariamente en plena playa de Mazunte, ahí donde se cuida la naturaleza, ahí donde se salva la vida de las tortugas marinas.
Con filosos cuchillos, los “hombres del mar” cortan directo las aletas de los escualos, las cuales se destinan al comercio en el oriente y principalmente a países como China, donde se piensa que se trata de un producto afrodisiaco.
Y es que una sopa de Aleta de Tiburón se paga en restaurantes hasta en 200 Euros, algo así como 3 mil 460 pesos, por lo que la pesca de estos depredadores supremos del mar se ha convertido en un negocio lucrativo, sobretodo para el comercio voraz, que no respeta a la naturaleza.
Mientras que la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) y los funcionarios de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) trabajan en los escritorios, sólo en Mazunte todos los días salen dos embarcaciones destinadas a la captura del Tiburón, en sus diferentes variedades.
Esto, sin ninguna vigilancia de la CONAPESCA ni la SAGARPA, que tampoco controlan los niveles de captura y comercialización de las especies, sus poblaciones ni zonas o ciclos reproductivos, como sucede con especies como el Camarón y la Langosta, el mismo Atún, donde se aplican vedas y sanciones para quienes las violenten.
Los lancheros o “tiburoneros”, simplemente velan por sus intereses económicos y devastan especies indispensables en la cadena alimenticia que mantienen ecosistemas saludables, como se ha comprobado, en los océanos de todo el planeta.
Muy lejos del monstruo creado en Hollywood en 1975, con la primera parte de la zaga Tiburón —donde exhiben al Gran Blanco como una criatura sanguinaria, perversa, maligna y destinada a matar y comer humanos—, son estos peces parte vital de los ecosistemas marinos, hoy gravemente amenazados por la pesca indiscriminada y la contaminación.
Un medio día, de cualquier día, la embarcación “Mazunte 2009” llegó a la playa en referencia y comenzó con su despiadada carnicería.
“No puedes tomar fotos de los tiburones cabrón…”, la amenaza.
— Una foto con celular, se había tomado ya, con todas las especies masacradas.
“O te las vas a ver con el capi…”
— Es que nunca había visto un Tiburón ¡¡¡Dame permiso!!!
“Tómale foto a ese”, insiste el pescador, con las manos llenas de sangre y vísceras de Tiburón.
Es un pequeño Pez Martillo, postrado en una carretilla.
“A ese sí, tómale fotos, a los otros no o ya sabes güey”.
Tras destazar a los depredadores ahora convertidos en presas y seleccionar las aletas, los pescadores se apresuran a entregar la valiosa mercancía en un almacén con congeladores ubicado en plena playa de Mazunte.
Versiones de los lugareños indican que las aletas de Tiburón se exportan para los países de Asia, mientras que la carne de los escualos se traslada al estado de Guerrero, cuando en la misma costa de Oaxaca se padecen graves niveles de desnutrición.
“Aquí no nos gusta la carne de Tiburón, no sirve para hacer caldo”, aclara un joven que se lava las manos. “El tiburón es otro pez más, como el Vela o el Marlín, que podemos capturar cuando queramos”.
La conclusión más precisa hasta la fecha sobre el impacto de la pesca comercial de tiburones en el mundo, sugiere que alrededor de 100 millones mueren cada año con el fin de utilizar sus aletas para preparar la popular sopa china de aleta.
Los investigadores dicen que este tipo de explotación es excesiva, especialmente para las especies que se reproducen en la madurez de su vida.
Los tiburones, mantas, rayas y quimeras, son recursos biológicos importantes desde el punto de vista ecológico, pesquero, alimentario, turístico y económico. Estos recursos son peces cartilaginosos que pertenecen a la Clase Chondrichthyes y se subdividen taxonómicamente en dos subclases: Elasmobranchii (que incluye a tiburones y rayas) y Holocephalii (quimeras).