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• Tenía 17 años y en su tumba está el fragmento poético de su amado.

DEDICATORIA: GENERACIÓN 79-83 DE LA ENUFI.

¡PIDO LA PALABRA! Desde esta tribuna periodística para decirte, que “hay amores que matan”, historias que registran las voces de los pueblos, y que cada una de ellas agrega o quita algo a los sucesos que pasando el tiempo se funden a la leyenda.
En mi programa radiofónico “Voz, Educación y Comunidad” del CSEIIO, narré, que en febrero del 2013 visité la tumba de María, a quien el poeta le llamaba “Mi Niña”.
Fue en Guatemala el escenario de este drama en 1878. La hija del expresidente Miguel García Granados se enamoró de su profesor de literatura, el cubano José Martí.
Unas voces dicen que fue amor platónico, otras que sí se realizó en ellos un romance, él de 24 años, ella de 17.
El arte bullía en ellos: Ella virtuosa en el piano, él un brillante de las letras.
Se cuenta que el “Doctor Torrente” como era llamado el poeta cubano por su gran capacidad oratoria, intervino presentando en festivales a María, quien tocaba el piano y cantaba.
Izaguirre, un cronista de esos años la describe así: “Era alta, esbelta y airosa: su cabello negro como el ébano, abundante, crespo y suave como la seda; su rostro, sin ser soberanamente bello, era dulce y simpático; sus ojos profundamente negros y melancólicos, velados por pestañas largas, revelaban una exquisita sensibilidad. Su voz era apacible y armoniosa, y sus maneras tan afables, que no era posible tratarla sin amarla. Tocaba el piano admirablemente, y cuando su mano resbalaba con cierto abandono por el teclado, sabía sacar de él notas que parecían salir de su alma y pasaban a impresionar el alma de sus oyentes.”
Sin embargo otra mujer esperaba al poeta en México, donde regresó a casarse con Carmen Zayas Bazán, la cubana que años después lo abandonó.
A su retorno a Guatemala evadió ver a María, quien le escribió esta nota:
“Hace seis días que llegaste a Guatemala, y no has venido a verme. ¿Por qué eludes tu visita? Yo no tengo resentimiento contigo, porque tú siempre me hablaste con sinceridad respecto a tu situación moral de compromiso de matrimonio con la señorita Zayas Bazán. Te suplico que vengas pronto.
—Tu Niña.”
El no respondió a la súplica de amor: Ella dejó de comer, la fiebre la fue consumiendo, se debilitó poco a poco, casi no dormía, ni un doctor supo que enfermedad la minaba, entró al sueño eterno un 10 de mayo de 1878.
13 años después Martí da a conocer su poema: LA NIÑA DE GUATEMALA.
Quiero, a la sombra de un ala,
contar este cuento en flor:
la niña de Guatemala,
la que se murió de amor.
Eran de lirios los ramos;
y las orlas de reseda
y de jazmín; la enterramos
en una caja de seda…
Ella dio al desmemoriado
una almohadilla de olor;
él volvió, volvió casado;
ella se murió de amor.
Iban cargándola en andas
obispos y embajadores;
detrás iba el pueblo en tandas,
todo cargado de flores…
Ella, por volverlo a ver,
salió a verlo al mirador;
él volvió con su mujer,
ella se murió de amor.
Como de bronce candente,
al beso de despedida,
era su frente -¡la frente
que más he amado en mi vida!…
Se entró de tarde en el río,
la sacó muerta el doctor;
dicen que murió de frío,
yo sé que murió de amor.
Allí, en la bóveda helada,
la pusieron en dos bancos:
besé su mano afilada,
besé sus zapatos blancos.
Callado, al oscurecer,
me llamó el enterrador;
nunca más he vuelto a ver
a la que murió de amor.

CONTINUARÁ 1 DE 3.

*DIRECTOR DEL PROGRAMA RADIOFÓNICO VOZ, EDUCACIÓN Y COMUNIDAD DEL CSEIIO. maldonado3001@hotmail.com