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Paola Nuñez | Enviada

MILAN — Cristiano Ronaldo se perfiló lesionado, sin piernas, pero sacó un bombazo para anotar el quinto penal y la llevarse la undécima Champions a casa blanca.

Así, aunque Real Madrid sufrió, al final se llevó el título de la UEFA Champions League 2016 que se suma a las 10 «orejonas» anteriores.

El año 2016 entra en las vitrinas del Real Madrid en la repisa de de la UCL junto con los trofeos de 1956, 1957, 1958, 1959, 1960, 1966, 1998, 2000, 2002 y 2014, que lo hacen por mucho el club más ganador en este certamen en 61 años de gloria.

Y tuvo que ser en la tanda de penales, luego de 90 minutos más tiempos extras, frente al Atlético de Madrid, que en contraparte perdió su tercera final de la UCL, segunda en tres años, y lo que es peor, segunda frente al Real Madrid.

La escena del portugués número 7 sin jersey, que muestra la musculatura y luego es rodeado por el resto del Madrid, volvió a retumbar en Europa, ahora con el marco del Estadio San Siro de Milan.

En 2014 había sido en Lisboa y fue Sergio Ramos quien les quitó la risa a los del Cholo Simeone para llevar el juego a la prórroga y luego al triunfo, y aunque ahora el guión varió un poco, fue de nuevo Ramos quien empezó el sueño merengue en el primer tiempo, mismo sueño que remató, de nuevo, el Cristiano.

LOS PRIMEROS 90
A los 15 minutos, Ramos, en posible fuera de lugar, adelantaba al Real Madrid para convertirse en el primer defensa en anotar en dos finales de Champions League distintas. Y en esta, su primera con el gafete de capitán, no quiso dejar la emoción hasta el final.

Si el Madrid no quería que se repitiera ese detalle de la historia en particular, el Atlético tampoco.

Había sido una «derrota cruel» para los rojiblancos, que llevaban semanas insistiendo en que no estaban dispuestos a volver a casa con las manos vacías de nuevo.

Pero durante 15 minutos dieron la impresión de lo contrario. Nerviosos y tensos, se dejaron ahogar con la presión de los merengues, guiados por unos inmensos Gareth Bale, que era un cuchillo por izquierda, Luka Modric y Toni Kroos.

Si los blancos no tuvieron una oportunidad más clara antes, fue porque el Atlético, siendo quienes son, tenían un perfecto enramado defensivo. Lucía Jan Oblak, que hasta con el tobillo y casi en la línea llegó a sacar balones, así como el central Stefan Savic.

Pero un golpe de mala suerte, una muestra de humanidad del portero más seguro de Europa en una jugada fortuita, amenazó con dar al traste a sus sueños.

Un cabezazo hacia atrás de Gareth Bale en un cobro y el oportunismo del central español bastaron para mandar al Atlético a la unidad de cuidados intensivos. En ese momento, los merengues estaban aún lejos de saber que se arrepentirían de haber dejado vivir al Atlético cuando tuvieron a tiro dar la estocada final.

En esa inmensa pasión rojiblanca que impulsa a los del Cholo a veces juega en su contra. No lograban empatar por más que Griezmann buscara a Keylor Navas, a falta de que Torres, de verdad, se pusiera a jugar «el partido más importante de su vida».

En el segundo tiempo, la oportunidad tocó a la puerta colchonera, cuando Torres consiguió que el árbitro comprara una entrada sobre Pepe como penal. Fue Griezmann el encargado de cobrar, peroel francés estrelló el balón en el travesaño, ante la desesperación del técnico argentino.

Los rojiblancos no perdieron la cabeza y no se hundieron. Con el impulso de los 20 mil aficionados colchoneros que ocupaban la ‘curva sur’ de San Siro, Atlético enjugó las lágrimas del fracaso y comenzó a jugar a lo que no sabe, a atacar y tener la pelota.

Simeone había echado toda la carne al asador tras el descanso enviando a Yannick por Augusto. Y como de costumbre, el cambio del argentino resultó clave a final. El Madrid se había dormido en sus laureles – en plena final de la Champions League – y se limitaba a soltar a los galgos buscando la contra para duplicar su ventaja.

Ese «Atleti» era una versión inédita en este tipo de lides. Siempre acostumbrado a aguantar, siempre cómodo sin el balón, ahora se volcó a la portería de Navas.

Pero justo cuando Oblak salvó en dos ocasiones consecutivas en manos a mano frente a Gareth Bale y CR7, vino el momento mágico rojiblanco en que todo cambió para el Atlético.

Pero en la recta final del tiempo reglamentario perdió a Dani, su lateral diestro más seguro, por una lesión. Cristiano, que lleva casi un mes entre algodones, no estaba ni cerca de ese «100%» que había prometido su técnico; su mejor pasador, Kroos, había dejado su lugar a Isco, y Benzema, el que mejor se asocia con Bale en ataque, a Lucas Vázquez. No pudieron hacer daño a Oblak ni con una ráfaga de disparos en un asedio de dos minutos de duración.

La frustración merengue envalentonó al Atlético. Sin Dani, no había quien pusiera freno a Yannick, que tras un carrerón, recibió un centro ajustado de Juanfran desde la banda derecha, para batir a Keylor Navas en un cierre frente a la línea delante de Isco marcar el 1-1 y mandar el partido a prórroga.

Al Madrid le cayó el peso de la historia en la espalda en ese momento. El de sus diez Copas y el de 2014, cuando fue Ramos quien empató en el descuento para extender la vida de los suyos, que acabaron goleando.

EXTRAS Y PENALES
Si durante el tiempo reglamentario habían bajado la intensidad al ataque estratégicamente, después del minuto 90 tuvieron que hacerlo de manera obligada. Zinedine Zidane había hecho todos sus cambios y jugaba con Cristiano y Bale a punto de romperse.

El Atlético no estaba mucho mejor después de 105 minutos, pero al Cholo aún le quedaban dos cambios y tuvo para sustituir a Filipe y Koke, ambos exhaustos y acalambrados, por los canteranos Lucas Hernández y Thomas Partey. Cambios que de cualquier modo, llegaron demasiado tarde para hacer alguna diferencia, pues ya entonces estaba claro que decidiría la suerte en la tanda de los penales.

El pecado de Simeone y del Atlético fue volver, luego del gol de Carrasco a recostarse cómodamente en el estilo que los llevó hasta Milán, pero que no fue precisamente el que ameritaba frente a un Madrid en las cuerdas y respirando por la boca.

Atlético tras el empate jugó a lo que sabe pero no a lo que era necesario.

Y en la tanda de penales no hay estrategia que valga, los metes o te vas llorando.

El Cholo arengaba a la curva sur como nunca y los rojiblancos se dejaban la garganta. Pero el destino le tenía reservada la broma más cruel.

Pasaron por el manchón Lucas Vázquez, Griezmann, Marcelo, Gabi, Bale – casi cojeando y con la mano en el muslo – y Saúl cumplieron. 3-3 y 80 mil almas contenían el aliento. Tiró el capitán merengue Sergio Ramos para el cuarto tanto de los de Zidane. Tras él llegó Juanfran, que estrelló el balón en el poste.

La curva sur ya no vio a Cristiano clavar el quinto penal merengue en la red y festejar con el torso desnudo, esa historia ya se la saben de memoria.

Fuente: espn.com.mx