Moisés MOLINA

La efervescencia electoral está a todo lo que da. Lo que más ha inquietado siempre a los procesos electorales son los nombres; la danza de los nombres. Nombres van, nombres vienen.
El “morbo ciudadano” se centra en ellos más que en ninguna otra cosa. Todos especulan; todos hacen sus cálculos. Todos comparten en los cafés, en los pasillos de las oficinas, en las columnas, lo mismo que en las redes sociales, sus pronósticos.
Que si aquel, que si aquella. Que si va por este partido o por el otro; que si ya lo bajaron; que si se va a otro partido; que si va como independiente.
En este juego todos participan y todos tienen derecho. Hasta el más chimuelo masca fierro cuando de hacer prospectiva se trata. Y así es como se va construyendo el prestigio de columnistas, locutores y comentaristas; a través del resto que dejan el total de sus proyecciones menos la suma de sus errores o desatinos.
Es por ello que aún a pesar de que la mayoría no vota, la quiromancia electoral se torna pasatiempo del momento, moda, juego de azar o justificación a la distorsión de las percepciones vírgenes por parte de aquellos que traen ya un fierro marcado. A veces aciertan… a veces no.
Y es cierto que no se necesitan maestrías ni doctorados para entender y poder explicar, hasta con lujo de detalles, el proceso previo a la entrada en funciones de un representante de elección popular, llámese presidente municipal, diputado local, diputado federal, gobernador, diputado federal, Senador de la República o Presidente de la República; pero hay quienes se dejan llevar por la noticia del momento y se cierran ante el entorno.
No basta un artículo de opinión, ni es propósito del presente, explicar minuciosamente ese proceso que quienes serán representantes populares habrán de transitar, sin embargo, sí alcanza para arrojar algunas luces que sirvan de guía para quienes siempre nos apasionamos en estas épocas barajando nombres y colores con cada elección aunque a final de cuentas la mayoría ni tenga contemplado ir a votar.
1. Una vez emitida la CONVOCATORIA de su partido, todos quienes ASPIREN a un cargo de elección popular, deben INSCRIBIRSE ante el ÓRGANO INTERNO DE SU PARTIDO según las reglas constitucionales federales y estatales, de las leyes secundarias de igual jerarquía y de los estatutos de sus propios partidos, que contienen un mínimo de requisitos sine qua non.
2. Una vez inscritos, dicho ÓRGANO INTERNO evalúa la correspondencia de lo integrado al expediente con lo que las leyes y sus estatutos exigen para la emisión de un DICTÁMEN de procedencia o de uno desfavorable para cada uno de los aspirantes.
3. Aquellos que obtengan el dictamen por haber cumplido los requisitos señalados en numeral 1 quedarán formalmente en aptitud de participar (entiéndase COMPETIR) con sus correligionarios, es decir con militantes de su mismo partido en igualdad de condiciones.
4. Irán a un PROCESO INTERNO, según las reglas del partido como PROCEDIMIENTO DE DEMOCRACIA INTERNA exigido por las leyes electorales.
5. Sea cual sea el método (en la mayoría de los casos DISFRAZADO de democrático) una vez agotado debe resultar un GANADOR O GANADORA independientemente de que en muchos casos exista solo un inscrito y gane por de fault.
6. A dicho triunfador, cuando no exista COALICIÓN ELECTORAL, lo habrá de registrar su partido en los tiempos estipulados ante el órgano electoral local o federal, dependiendo el tipo de elección.
7. Cuando haya COALICIÓN, habrá que revisar el CONVENIO entregado en tiempo y forma ente el órgano electoral para conocer qué partido “lleva mano” en cada cargo, representando a la coalición. De lo contrario, podrá alguien cumplir el procedimiento de su partido, pero existe la posibilidad de que aquel cargo para el que manifestó su interés por contender, corresponda a un partido diferente al suyo y de nada habrá valido todo su esfuerzo, porque en estos casos los aspirantes son víctimas de las negociaciones cupulares de los partidos a la medida de su conveniencia. Lo único que le quedará es sumarse o en el peor de los casos, resentido, jugar, pero en contra.
8. Ahora habrá que cuadrar perfectamente la cuota de género. 50 por ciento de candidaturas para las mujeres. A guisa de ejemplo: si en el proceso electivo están en juego 300 distritos uninominales para la cámara de diputados federal, 150 aspirantes habrán de ser hombres y 150 mujeres. Si no cuadran… a corregir. A bajar del caballo y a subir.
9. Ahora sí, A COMPETIR EN LA ELECCIÓN CONSTITUCIONAL, frente a los candidatos de los demás partidos o coaliciones y … que gane el mejor. Aunque no siempre sea así.
10. Terminada la contienda y aún a pesar de existir un ganador o ganadora y dependiendo del número de votos de diferencia, la elección puede judicializarse –es decir- irse a los tribunales. Pelear en el terreno de las leyes lo que debía resolverse claramente al tenor de los votos. Ese es quizás el principal síntoma de nuestra crisis democrática.
11. Finalmente, habiendo superado todo este mar de tribulaciones, algunos –sobre todo tratándose de presidentes municipales- nunca llegan a tomar protesta y si lo hacen, nunca llegan a gobernar por motivos de negociación o personales.
Como podrá usted ver –amable lector- ocupar un cargo de elección popular, sobre todo en estado tan pobres, pero tan politizados como Oaxaca, no es cosa sencilla, aunque la excepción que confirma la regla la sean aquellos casos en que la candidatura de algún actor político estratégico se cuide tanto que su equipo se vea en la necesidad de pactar con sus probables competidores al interior y con propios rivales hacia el exterior para dejarle el camino libre de “polvo y paja”.
Aquí es donde se explican jugadas que a simple vista son incomprensibles y escapan a toda lógica. Hay aspirantes que, incluso, sin haber competido en un proceso interno, pueden llegar a la candidatura por decisión de “arriba”. Las últimas reformas a los estatutos de los partidos políticos permiten candidaturas externas o ciudadanas, cuyo ejemplo prototípico es José Antonio Meade.
Como lo publiqué en twitter: hoy el hecho de ser candidato no es garantía de nada, absolutamente de nada. La gente ya aprendió a votar. Premia o castiga.
Esperemos que estos breves apuntes contribuyan a que usted entienda mejor lo que estamos viviendo, así como a otros fenómenos que circundan esta elección concurrente, la más grande de cuantas hemos tenido, como las campañas negras.
Son más de 3 mil 400 cargos los que estarán en disputa en todo el país y por UNANIMIDAD el que va ganando indiscutiblemente todas las encuestas es el voto indeciso. Es decir la decisión de quienes no saben por quién van a votar y de quienes no saben si irán a votar o no.
Todo nuestro futuro se nos va, como país en esta elección. Y es muy diferente a todas las anteriores aunque la omnipresencia del eterno y cantinflesco candidato le hagan parecer igual a los demás. Hay que tomarla en serio y hay que exigir a todos los candidatos propuestas, soluciones, talento, imaginación, pasión, valores, compromiso, preparación, pero sobre todo RESPONSABILIDAD. México no puede ni debe ser gobernado en base a ocurrencias ni saciando la voz de quienes hacen de la venganza su instrumento principal de propaganda política.
@MoisesMolina