Moisés MOLINA

Videos o cartas han sido últimamente puentes de preocupación y malestar por parte de los empresarios más importantes de México hacia sus empleados respecto de la elección presidencial.

Sergio Argüelles González de FINSA, generadora de 300 mil empleos, a través de un video pidió: “… ejercer su derecho a votar de manera libre y responsable… se informen y analicen profundamente su decisión…haciendo un análisis de los avances que hemos tenido como nación…”.
José Ramón Elizondo, CEO de Grupo Vasconia con 25 mil 952 empleados llamó a no votar por un modelo populista, con las siguientes palabras: “…tenemos la responsabilidad de estar preparados por si, desafortunadamente gana la opción populista con todas sus consecuencias”.
José Fernández Carbajal de Grupo FEMSA con 275 mil 687 empleos alertó sobre los riesgos en caso de elegir un gobierno populista recordando que “Los efectos de los sexenios de Echeverría y López Portillo fueron catastróficos… devaluaciones… pérdida de empleos y reducción de ingresos”.
Claudio X. González de Kimberly Clark de México con 25 mil 952 empleados dijo a la revista Forbes que “los empresarios están dispuestos a actuar porque la amenaza del populismo es grande”.
Héctor Hernández Pons de Grupo Herdez con 403 mil 212 empleados llamó en una carta a “… tomar medidas en su economía personal para amortiguar un posible deterioro a su patrimonio”.
Germán Larrea de Grupo México con 30 mil empleos generados advirtió también en una misiva que “si este modelo populista se llegara a imponer, se desincentivarían las inversiones afectando gravemente a los empleos y a la economía”.
Ernesto Torres Cantú de Citibanamex con 40 mil 700 empleados advirtió que “se prevé shock económico inicial, menor disciplina y disminución en el paso de las reformas en caso de que gane López Obrador”.
En el caso de Alberto Bailleres del grupo BAL al que pertenecen las tiendas Palacio de Hierro trascendió un llamado a los empleados de cada tianda a votar por cualquier candidato menos por López Obrador.

Y desde luego Carlos Slim quien puso de manifiesto su desacuerdo con la postura obradorista respecto de la construcción del nuevo aeropuerto.

A la lista hay que sumar a Alejandro Ramírez de CINEPOLIS, a Eduardo Tricio de Grupo Lala y accionistas de Coppel.

En cualquier proceso electoral, en cualquier parte del mundo que se precie de ser democrática el jugador número 12 es el electorado, no el árbitro.

Escribo lo anterior en atención a las recientes declaraciones que, para los diarios La Jornada y El Universal, dio Lorenzo Córdova, presidente del Consejo General del Instituto Nacional Electoral.

Y es que se metió en camisa de once varas al poner en tela de juicio el pronunciamiento público que los empresarios hicieron por separado contra la opción populista en esta elección.

Sus razones tuvieron y las expresaron. Fueron a tal grado convincentes que sacaron del closet al presidente del INE. No pudo más y sacó a relucir el AMLO que lleva dentro.

Lo que menos necesita México en estos momentos es un árbitro electoral jugando a favor de algún candidato o en contra de la ciudadanía; y las sospechas levantadas por el consejero presidente apuntan en ambos sentidos.

Al margen de apasionamientos hay que dejar en claro que los empresarios no por serlo dejan de ser ciudadanos, y como tales tienen absoluta libertad de expresión en función de sus intereses que son en buena medida los intereses de esa enorme franja de México que se beneficia de su presencia y que se traduce en inversión, empleos, estabilidad y dinamismo económico.

Los empresarios están en todo su derecho de compartir sus puntos de vista con sus empleados.

Tal parece que Lorenzo Córdova no tiene claro cuál es su papel en esta elección. No está a la altura de este momento histórico.

Se está comportando como chivo en cristalería, primero dándole un tour tomando del brazo a Porfirio Muñoz Ledo por las instalaciones del INE y ahora queriendo innecesariamente atraer reflectores queriendo dar cátedra de ética política y de responsabilidad social a un grupo de empresarios que no por ser acumuladores del gran capital deben ser marginados de la toma de decisiones y cancelados sus elementales derechos.

A Córdova solo le faltó amenazarlos.

La cosa es simple y sencilla. Si hay delito a perseguir, que el mismo Córdova lo denuncie. Si no hay delito, pues que deje de jugarle al catecista de los empresarios.

Si no es “ilegal”, no es “indebido”.

Cabe preguntar a Lorenzo Córdova desde Oaxaca: ¿Por qué la postura clientelar de la dirigencia de la Sección 22 que está en abierto proselitismo a favor de López Obrador no le ha merecido ninguna mención?

Hoy filosofa en torno a los límites a la libertad de expresión de los empresarios al momento de “recomendar” que no voten por el “populismo”, pero no recuerdo haberlo visto o leído el día en que activistas de la CNTE irrumpieron violentamente en un evento de José Antonio Meade en Puerto Escondido a mediados de abril.

El papel del INE en el juego de la democracia debe ser considerado de tal manera que se note lo menos posible.

Es una institución tan noble que su principal parámetro es la notoriedad: si su trabajo sale bien, no se nota; se nota cuando sale mal y hoy su consejero presidente se está dando a notar en demasía.

Sería interesante escuchar qué piensan sus compañeros consejeros.

@MoisesMolina