Nadie como Porfirio Muñoz Ledo para amalgamar toda suerte de personajes con ideologías distintas. Cuan­do se piensa en posturas imposibles de conciliar, la figura de Muñoz Ledo se alza sobre el común de los políticos como un hábil y brillante facilitador. Recién cumplidos sus 70 años de trayectoria en la vida pública de México, nota­blemente en los pormenores que han hecho posible nuestra democracia, Muñoz Ledo recibió ayer un homenaje en el Antiguo Palacio de Xicoténcatl del Senado.

Formado en la acultad de Derecho de la UNAM, con gui­ños literarios gracias a su complicidad con Carlos Fuentes, ningún aspecto de la función pública parece ajeno a Muñoz Ledo: secretario de Estado (del Trabajo y de Educación) con Luis Echeverría y José López Portillo, respectivamente, em­bajador de México en la ONU y la Unión Europea, presiden­te del PRI, presidente del PRD, diputado y senador. Porfirio Muñoz Ledo, con sus luces y sombras, es el imán de los más variopintos aspectos de la vida pública mexicana.

A continuación, algunos fragmentos de los oradores, de acuerdo con el orden del día, del referido homenaje.

“En aquella LIV Legislatura, su experiencia y liderazgo fueron fundamentales para construir acuerdos y ganar te­rreno a la línea, en aquel entonces del PRI, en lo que fue el principio de la transición democrática de nuestro país” (Ifigenia Martínez, senadora).

“En 1988, un puñado de mexicanos emprendió una mi­sión épica: democratizar al país sin alterar la paz. Más aún, su proyecto contribuyó a preservar la estabilidad nacional. A la cabeza de ese elenco estuvieron Cuauhtémoc Cárdenas, Ifigenia Martínez y Porfirio Mu­ñoz Ledo. Irradiaron energía y esperanza y dieron un ejemplo de civilidad al exigir y conse­guir espacios para las liberta­des públicas y seguridades para el sufragio. (Diego Valadés, in­vestigador emérito del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM).

“En alguna ocasión, una funcionaria de la Secretaría de Relaciones Exteriores me preguntó por qué tenía yo tan­to aprecio por el embajador Muñoz Ledo. Le respondí que mientras ella no sería siquiera una nota de pie de página en un libro sobre la historia de México en el siglo XX y XXI, el nombre de Porfirio Muñoz Ledo estaría escrito en varios ca­pítulos” (Martha Bárcena, embajadora emérita).

“Cuando Muñoz Ledo preparaba su discurso de respuesta al presidente de la República (Ernesto Zedillo) en la LVII Le­gislatura, encontró una frase en su biblioteca. Una especie de Aleph político, que, efectivamente explicaba todo. Lo que de­bía hacerse y sobre todo lo que debía de decirse. (…) Lanzando la frase como un dardo que daba directamente en la diana, dijo lo siguiente: ‘Nosotros que cada uno somos tanto como vos, todos juntos valemos más que vos’. Y añadió: ‘Que esta igualdad que hoy descansa en el equilibrio de las instituciones de la República se convierta en la forma de vida de las futuras generaciones mexicanas” (Santiago Creel, diputado federal).

“Porfirio ha vivido frente al poder, estando en el sistema de partido de Estado, rompiendo con el poder, con todas sus consecuencias, y lo ha hecho en esta última etapa, porque su convicción es que un régimen democrático no puede ser autocrático. No puede tener una sola persona todo el poder (Amalia García, diputada federal)

“Sin duda, los empeños de Muñoz Ledo, como el de mu­chas y muchos protagonistas de los años de la transición, estuvieron enfocados a lo que él mismo describió como el más sublime significado del cambio democrático, es decir, la mutación del súbdito en ciudadano” (Lorenzo Córdova, presidente del INE).

“Hay hombres que luchan un día, y son buenos. Hay hombres que luchan un año, y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida. Esos son los imprescindibles” (Beatriz Paredes, senadora, parafraseando a Bertolt Brecht).

Fuente: @fislas