Benjamin González Roaro.

Esta semana la Academia Mexicana de Educación A. C. (AME) que me honro en presidir, dio a conocer su posición en relación al Marco Curricular y Plan de Estudios de la Educación Básica, presentado recientemente por la Secretaría de Educación Pública. 

En esta colaboración trataré solo algunos puntos de los que expresa la AME, ya en otras oportunidades podremos abordar otros más. Quiero iniciar con un primer tema que le da título a este artículo y me parece muy inquietante. En la propuesta presentada por la SEP, el alumno deja de ser el centro del proceso educativo para que la “comunidad- territorio” asuma este papel. De entrada, habrá que decir que la categoría educativa “comunidad-territorio” no este contemplada en la Ley. 

En el documento oficial se omite una justificación educativa de las ventajas de este cambio de enfoque. Los argumentos que llegan a encontrarse son de carácter ideológico mas no pedagógicos. Se pretende, que sea la comunidad la que defina los contenidos y determine la forma de evaluación a los alumnos. No existe un análisis conceptual ni un estudio comparativo de las “comunidades-territorio” en el país. 

Si bien la escuela ofrece sus contenidos a partir de la situación cercana que viven los alumnos, igualmente les presenta otros que les abren sus conocimientos, sus ilusiones, sus vocaciones, por lo que quedarse con lo estrictamente comunitario es empobrecer y cancelar el futuro, en particular a quienes menos tienen. La visión reduccionista e idílica de la comunidad pobre puede condenar a nuestros alumnos a vivir encarcelados culturalmente dentro de sus territorios. 

La frase “El hombre piensa como vive”, se le atribuye a Karl Marx. Esta expresión nos conduce a concluir que, si fueran las comunidades el principal agente educador, las escuelas en comunidades marginales producirán más marginación, las escuelas asentadas en territorios controlados por el crimen generaran más violencia e ilegalidad y las escuelas ubicadas en zonas favorecidas darán lugar a mayores privilegios. 

En un mundo dominado por las nuevas tecnologías de la información, que constituyen el elemento que más valor agregado otorga a las economías, resulta alarmante que en la propuesta de la SEP no se encuentre un acercamiento de niñas y niños a este mundo moderno. Esta ausencia es una muestra más de esa carencia de visión de futuro y de cómo en un mundo interconectado donde el conocimiento crece exponencialmente, nuestros niños estarían condenados a la prisión de los límites culturales de su “comunidad-territorio”. 

En la posición que fijó la AME, (Facebook @AMEAC.OFICIAL) se advierten otros elementos que deben ser analizados para que en su caso sean tomados en cuenta o se les dé respuesta. Por ejemplo, se previene sobre la inoportunidad de un cambio tan importante como el que pretende hacer la SEP, siendo más urgente establecer estrategias para recuperar la deserción que hubo en el sistema, así como la disparidad en el nivel de aprendizajes obtenidos en los dos últimos años. 

De la misma forma, se señala la importancia de que los cambios sean realizados con la participación de todos los actores del sector: maestros, padres de familia, universidades, organizaciones empresariales, investigadores, etc. y se realicen pruebas piloto a pequeña escala para ajustar elementos que solo se pueden observar en la práctica. 

Por otro lado, la crítica plasmada por la SEP hacia los resultados de los diversos programas de estudio, no simboliza ni representa el historial de esfuerzo de miles de docentes para cumplir con su tarea. Las afirmaciones sobre la falta de adecuación de la actividad docente a la pluralidad de los alumnos, olvida que es esencial en el trabajo magisterial acercar los contenidos a la realidad, edad, necesidades e intereses del alumnado. 

La Ley General de Educación reconoce y da legalidad a los actores que deben estar presentes en el quehacer educativo: Alumnos, maestros y padres de familia. Sin embargo, los padres de familia han sido eliminados de esta propuesta. Esta ausencia es muy grave pues ellos son responsables primeros del desarrollo de sus hijos y coadyuvantes en la acción educativa de la escuela. Su omisión puede ser causa de controversias legales que interrumpan el sano desenvolvimiento del proceso educativo. 

Otra ausencia es la del papel activo del maestro en el proceso de enseñanza y aprendizaje, haciendo a un lado el rol primordial del magisterio en la construcción de contenidos y desarrollo de aprendizajes. También es notable la poca importancia que se le da a la Escuela como el corazón del desarrollo del proceso educativo. No se advierte su papel como espacio de encuentro, de relaciones interpersonales, de vínculos humanos, de construcción de valores y de ciudadanía. 

La AME concluye con diversos exhortos a la autoridad educativa invitándola a: revisar el lenguaje con el que está redactado el documento; reconocer la rica historia educativa del país; revalorar el papel de las y los docentes; establecer procedimientos amplios de consulta con todos los sectores involucrados; programar pruebas piloto; establecer los mecanismos de evaluación de las mismas; valorar la pertinencia de iniciar este proyecto ante otras prioridades y ajustar sus propuestas a lo que nuestra legislación establece. 

Presidente de la Academia Mexicana de Educación A.C.