Por Ana María Vázquez

Todos estamos sujetos a violencia, si salimos de casa o dentro de ella, si socializamos en la red, si nos movemos… es el pan de cada día en general, sin embargo, cuando eres mujer, la violencia se multiplica exponencialmente. Aquí un caso:

Imagina que eres mujer y entras a un nuevo trabajo en el que estas muy a gusto, las condiciones son buenas y amables, al mismo tiempo, un hombre entra también a un puesto similar, a ambos se les pide apoyo con ideas para crecimiento y un par de días después, coincidentemente ambos traen ideas: él, un programa en redes que, por cierto, ya tenía; ella, un plan de crecimiento, en redes también que implicaría diversidad de contenidos enlazado diversos medios.

El plan de ella es aceptado y posteriormente ella se da cuenta que él ha asumido su proyecto como propio, dando a entender que todo era bajo la dirección y batuta de él quien, dicho sea de paso, carecía del conocimiento y la experiencia para crear un proyecto de tal magnitud y mucho menos llevarlo a cabo. Al darse cuenta, ella levanta la voz, primero con comentarios, luego con aclaraciones. Nada, de algún modo, la manipulación de él había permeado tanto que todos empezaron a creer que era él el responsable del trabajo de ella.

Pronto él obtuvo un primer aumento, luego un bono por rendimiento y a medida que ella trabajaba en el proyecto, él comenzó a chantajear al jefe con el pago de un nuevo aumento; todo esto, por supuesto, siempre con cargo al trabajo de ella.

Los escritos y quejas de ella subieron de tono a tal punto que al final, él, creyéndose su propia mentira, se atrevió a ordenarle públicamente a ella que continuara con el proyecto que, vuelvo a repetir, nunca fue suyo.

No obstante haber otra mujer en un puesto superior, enterada de la situación, ella nunca actuó con sororidad, por el contrario, pidió templanza y guardó silencio.

En la oficina, con un 99% de hombres, nadie escuchó.

Ella terminó renunciando.

Este es otro tipo de violencia de la cual poco se habla, en el cual, la carencia de sororidad, de empatía por parte de los superiores y el absoluto ataque misógino, machista, trepador y ambicioso de un mediocre del que somos objeto las mujeres provoca estrepitosas rupturas y abandono de una buena plaza de trabajo a fin de mantener la integridad emocional.

El silencio es complicidad y daña más que la actitud que debiera denunciarse y ser expuesta públicamente.

En cuanto a él, solo es un mediocre.

¿Te ha pasado algo así?

¿Qué opinas de ello?

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