ESPECIAL

 

Morelos en Oaxaca

La historia que pretende ser ignorada

jose maria morelos foto

 

* La histórica Casona que habitó el General en Oaxaca, donde suscribió el texto Sentimientos de la Nación, hoy se explota como un restaurante Vasco y no se le da el significado que tuvo en la Independencia de México.

 

Delfino Antonio Vázquez

 

“La manera más eficaz para destruir un pueblo es negarle y borrarle el propio entendimiento de su historia”                      

 George Orwell

                                                                         

Nacido de humilde cuna en Valladolid (Morelia), José María Morelos y Pavón, adolescente aún al fallecer su padre, Manuel Morelos, un sencillo carpintero, inicia al lado de un tío el difícil oficio de arriero para apoyar económicamente a su madre Doña Juana Pavón.

A los 25 años de edad y después de algunos años de una vida tormentosa, propia de un arriero, sorprendentemente toma la decisión de regresar a su ciudad natal y abrazar la carrera del sacerdocio.

Ya siendo cura, una tarde de octubre de 1810 a los 45 años de edad decide su futuro, monta en su bestia y recorre en dos días el camino entre Carácuaro, de donde era párroco, a Morelia para entrevistarse con su antiguo maestro del Colegio de San Nicolás, Miguel Hidalgo y Costilla para ponerse a sus órdenes.

La primera encomienda que le da el “Padre de la Patria” es la de encender la llama de la guerra de independencia en Michoacán y permitir el paso de las fuerzas insurgentes para tomar posteriormente Acapulco.

Así, regresa en solitario con un documento en la mano escrito con puño y letra del cura Hidalgo que a la letra decía: “Por el presente comisiono en toda forma a mi lugarteniente el Sr. Don José María Morelos, cura de Carácuaro, para que en la costa del sur levante tropas, procediendo con arreglos a las instrucciones verbales que le he comunicado”. Atentamente. Miguel Hidalgo y Costilla.

Al narrar en éstos párrafos iniciales la vida del cura Morelos y su incursión en la historia de la independencia de México, no tiene otra razón que la de ejemplificar que la vida de este patriota, junto con la de Hidalgo, han sido de las más estudiadas y analizadas en toda la historia de nuestro país, empero existe una parte de la vida del cura de Carácuaro que no ha sido estudiada en toda su extensión y que al final de este artículo le explicaré el porqué de esta situación.

Este pasaje furtivo de la vida de Morelos transcurre precisamente en el estado de Oaxaca, en la ciudad capital que por esos días se llamaba Ciudad de Antequera.

 Su estancia durante dos meses y medio en Oaxaca, (del 26 de noviembre de 1812 al 9 de febrero de 1813), ha estado cubierta de una serie hechos y circunstancias especiales, algunos cubiertos por un velo de misterio, otros rayan en la leyenda.

Después de burlar a Félix María Calleja al romper el sitio de Cuautla, Don José María Morelos y Pavón, el otrora humilde cura de Carácuaro en  Michoacán, se dirigió al sur y el 25 de noviembre1812 las fuerzas insurgentes toman la ciudad de Oaxaca después de haber capturado Huajuapan, Tehuacán, Puebla y Orizaba. Su finalidad era entorpecer las comunicaciones entre México y Veracruz, debilitar al gobierno del virreinato y apoderarse de la aduana por supuesto.

Tras tener noticias, vía de la Junta Nacional, que recientemente le había nombrado capitán general, debido a su triunfo en Cuautla, y le informó que en Oaxaca, las fuerzas realistas acababan de sitiar a Valerio Trujano, exactamente en la población de Huajuapan. Morelos acudió a la ciudad cuanto antes pudo, y sus fuerzas lograron detener por unas horas a los refuerzos realistas enviados desde Puebla. Trujano logró echar a las fuerzas españolas de Huajuapan, pero murió en el acto, a causa de varios disparos hechos por un soldado realista llamado José Martín Pérez, quien fue premiado por los soldados españoles con 20 reales en oro.

Tras meditarlo con sus soldados, Morelos decidió marchar hacia la Ciudad de  Antequera de Guajaca en noviembre de 1812. En la madrugada del 25, el ejército insurgente llegó a las puertas de la intendencia, donde escribió una carta al brigadier Roque Abarca, comandante general de la plaza y al obispo Antonio Bergoza y Jordán, pidiéndoles la rendición de la plaza, y enviando una carta a la comandancia, portada por varios emisarios. La tropa fue repelida a cañonazos y los emisarios fueron pasados por las armas. En Oaxaca se narra una de las leyendas de Guadalupe Victoria, quien se dice comandaba una de las legiones,  se acercó al río Jalatlaco a cuyo extremo se encontraba una división de soldados realistas. Como cuenta la leyenda, Victoria lanzó una espada al río diciendo «Va mi espada en prenda, voy por ella» y acto seguido se lanzó al ataque de los realistas, quienes se guarecían en el convento de la Virgen de Guadalupe, en los llanos de Guadalupe (hoy paseo Juárez el Llano), siendo a su vez imitado por el resto de la tropa comandada por él. Tras tres horas de combate, Morelos logró tomar la ciudad, y en una carta dirigida a Rayón se expresa lo siguiente:

“La ciudad de Oaxaca, que acabamos de tomar, además de ser sede obispal y de intendencia, está llena de hombres útiles, minas, puestos y granas, que convertiremos en fusiles. El ilustrísimo señor Bergoza me ha escrito llamándonos obedientes forzados, hipócritas y disimuladores, como contestación a mi carta de rendición”

La mañana del 13 de diciembre se realizó en Oaxaca la jura solemne de la Junta Nacional Gubernativa. Aproximadamente a las ocho de la mañana, los miembros del ayuntamiento oaxaqueño marcharon a la casa del alférez real, donde tomaron el pendón usado en las ceremonias oficiales del gobierno realista. Acto seguido procedieron a enarbolarlo en un tablado construido expresamente para tal fin en la plaza principal, frente a un retrato del rey Fernando VII, Matamoros y Galeana acompañaban al alférez que proclamó a la Junta como depositaria de los derechos del rey sobre el Virreinato de la Nueva España, «a lo cual correspondió el pueblo con un griterío lleno de júbilo en que no se oyó más que un continuo viva», como lo describe el cura Mariano Matamoros. Desde el balcón central de la Intendencia, Morelos presidía la ceremonia, acompañado de un secretario representante de la Junta enviado por Rayón, quienes arrojaban monedas de plata a la multitud. Como comentó al secretario de Rayón, Morelos se lamentó de que «la gente estima más una moneda de cobre con el sello de Fernando que una de oro con el sello de América”

Morelos estableció en Oaxaca un tribunal de protección y confianza pública, dedicado a investigar sospechas de faltas a la causa insurgente, y que prohibía las juntas secretas. Poco tiempo después, Morelos lanzó una proclama dirigida a sus soldados, con respecto a su posición acerca de la recién promulgada Constitución de Cádiz, en el que no se mencionaba al monarca, ya que pocos días después de la toma de Oaxaca, el virrey Venegas fue obligado a jurar la Constitución en la capital del país, y también se llevaron a cabo elecciones de diputados provinciales y a las Cortes Generales españolas, donde los criollos triunfaron, ya que la constitución establecía una libertad no absoluta para las colonias, pero ya tenían garantías individuales y un sistema representativo combinado con la monarquía, pero a los pocos meses el gobierno virreinal derogó la Carta Magna de Cádiz, ante el temor de que el movimiento insurgente se viera favorecido.

Durante se estancia en la ciudad de Oaxaca Morelos se retrató ataviado con un traje de capitán general, regalo del cura Matamoros, cuadro que es el más representativo en la vida del Generalísimo, que fue bordado por una indígena originaria de la mixteca que intentó envenenar a Morelos, misma, que en un arranque de arrepentimiento intentó tomar los alimentos con veneno destinados al Generalísimo. También, en el retrato, usó una cruz pectoral que había sido del obispo de Puebla, Campillo. En ese mismo tiempo Morelos tuvo relación con la sureña Francisca Ortiz, de quien nació un hijo. Dos meses y medio después, Morelos decidió abandonar Oaxaca, y proseguir la marcha hacia Acapulco, ciudad que había fracasado al intentar tomarla dos años atrás. Ahora, muchos de sus soldados desertaron en el camino. En abril de 1813, puso sitio al Castillo de San Diego, que, tras una larga resistencia de más de cuatro meses, capituló en agosto de 1813.

También en Oaxaca el General Morelos escribe los “Sentimientos de la Nación”, documento importante en la vida de México, del que se dice fue escrito casi en su totalidad por el oaxaqueño Carlos María de Bustamante mismo que se dio lectura en el congreso de Chilpancingo el 14 de septiembre de 1913, asistiendo como diputado por Oaxaca José María Murguía y Galardi.

Esa mañana de septiembre de 1913 el discurso inaugural corrió a cargo del General Morelos, mismo que fue escrito íntegramente también por el oaxaqueño Bustamante.

En su estadía en la ciudad de Antequera, Morelos habita en la edificación que se encuentra en lo que hoy forman las esquinas de las calles Valerio Trujano y Miguel Cabrera, en contra esquina con el palacio de gobierno, en lo que hoy se conoce como el portal de las flores, en la planta alta donde se ubica el restorán español “El Asador Vasco”, para más datos.

En lugar de sacralizar la silla donde supuestamente se sentó Morelos que se exhibe en la sala de cabildo del actual ayuntamiento de la ciudad de Oaxaca de Juárez, para cuyo fin se elaboró  un decreto de exclusividad del uso de la silla al espíritu del prócer ya muerto, se deberían rescatar estos espacios y mostrar la riqueza histórica de la ciudad, primero a los oaxaqueños y después a México y el mundo.

La incongruencia de la historia del “Oaxaca imaginario” y su “independencia” es que la casa en la que vivió Morelos, donde se escribieran los documentos de la primera Constitución de la nueva Nación independiente; en la que un grupo de los mejores intelectuales de México redactaron el primer periódico mexicano “El Correo del Sur”, así como la ley que garantizaba la libertad de imprenta y expresión, es decir donde los más acendrados liberales y pensadores independentistas, enemigos del yugo español convivieron con Morelos en su estadía en la ciudad, sigue siendo propiedad de españoles con un giro mercantil en lugar de social, un restaurante vasco, así de contradictorios somos los  “liberales” oaxaqueños.

Hoy, en lugar de que esta casa, sea considerada como un monumento histórico y albergar un museo o un centro de investigación; en su planta alta hay un restaurante español exclusivo y en el portal de la planta baja, funciona desde hace muchos años una cantina para turistas.

Baste un ejemplo, en el centro de la entonces ciudad de Valladolid (Morelia), el General José María Morelos y Pavón construyó una casona que jamás pisó y la cedió a su hermana para que viviera con su familia, pues ésa edificación de dos plantas es en la actualidad un gran museo dedicado a Morelos.

¿Por qué en Oaxaca no ocurre algo similar?, la razón es muy sencilla, los actuales dueños no permiten que se promueva este espacio como lo que es, haciendo pasar desapercibido este lugar, con la complacencia de los políticos oaxaqueños, de los que son muy amigos, inclusive ellos mismos incursionando en la política ignorando en sus celebraciones la importancia de este histórico lugar, como el actual presidente municipal Luis Ugartechea Begué, quien es también uno de los copropietarios de la Casona.

Ahí sólo existe una pequeña placa de mármol de aproximadamente 60 cms. por lado que recuerda el hecho, que generalmente pasa desapercibida y que a la letra dice: “ José María Morelos Y Pavón se alojó en esta casa del 26 de noviembre de 1812 al 9 de febrero de 1813, redactó: Sentimientos de la Nación, leído por el Generalísimo el 14 de septiembre de 1813, apertura del congreso de Chilpancingo”, eso es todo lo que existe.

No hace mucho intentamos hacer un reportaje, con motivo de su bicentenario, para rescatar la grandeza de este lugar que colocó a Oaxaca en el contexto de la historia de la independencia, pero obtuvimos como respuesta un “no” rotundo.

El motivo: “no deseaban hacer ese tipo de publicidad al lugar, para no correr riesgos”, dicho por uno de los hijos de los propietarios del lugar, el Sr. Joulen Ugartechea, primo hermano del actual presidente municipal de Oaxaca de Juárez.

 

A modo de reflexión

 

¿Usted cree, amigo lector, que estos personajes descendientes directos de  españoles, vascos para ser más exactos, les interese rescatar un espacio histórico como el lugar en el que vivió Morelos en Oaxaca? Yo, sinceramente lo dudo y mucho.

Es por eso que este escrito, más que un artículo es un grito, un llamado a quienes tienen la responsabilidad de ser representantes populares o funcionarios públicos para que volteen los ojos hacia la historia de este estado y le devuelvan al pueblo lo que en justicia les pertenece, una porción de la historia a la que tienen derecho de conocer y recordar, y de no seguir convirtiéndose en cómplices de los que la ocultan para seguir usufructuando esos espacios que no sólo son de los oaxaqueños, sino de todos los mexicanos.

 

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En el portal norte del zócalo de la ciudad, en la parte alta del ahora bar Jardín, el “Siervo de la Nación” pronunció sus arengas libertarias a los despiertos oaxaqueños de esos tiempos y juntos soñaron en una nación independiente, gobernada por sus verdaderos hijos.