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LUIS SÁNCHEZ JIMÉNEZ

El lunes 16 de noviembre de 2015, el secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell, entregó en París la solicitud formal de México para ingresar a la Agencia Internacional de Energía (AIE). Esta organización internacional, creada en 1974 como contrapeso al control de la oferta por parte de la OPEP, ha ampliado su alcance y pasó de una función específica de coordinación en momentos de crisis de suministro petrolero, a establecer políticas comunes a sus miembros en materias de seguridad energética, desarrollo económico y, en menor medida, de protección ambiental.

El artículo 4 del Estatuto de la AIE señala que su Junta de Gobierno tendrá el poder de hacer recomendaciones y tomar medidas vinculantes a todos los países miembros, lo que le confiere un carácter supranacional con poder expreso en materia de energía. De modo tal que no es menor la decisión del Gobierno de Peña Nieto y constituye un viraje de México tras décadas de permanecer independiente de la OPEP y de la AIE.

A nivel global estamos experimentando una realineación de los intereses dominantes, una lucha geopolítica que libra la principal batalla en el terreno económico y financiero. El gobierno actual decidió alinearse por completo hacia el lado de los intereses de Estados Unidos y de los principales países consumidores de energía.

La actual crisis del precio del petróleo ha impactado negativamente a México en niveles reconocidos ya oficialmente del orden de 33 por ciento menos de ingresos petroleros en 2015, así como un impacto en Pemex que experimentan una caída del 70 por ciento de sus ingresos.

No se avizora una salida distinta a la experimentada en otros momentos de la historia, como en 1998 cuando ocurrió una drástica caída de los precios debido a la combinación de un exceso de oferta y una débil demanda; la recuperación se dio durante 1999 debido a los recortes de la oferta que realizaron los países de la OPEP y los no alineados a esta organización, especialmente México y Noruega, aunado a la recuperación económica de Asia que incrementó su demanda de petróleo.

Para alcanzar el objetivo de elevar los precios del petróleo, México junto con otros países productores y la OPEP necesitan acordar una reducción de la oferta. Una declaración del secretario general de la OPEP, Abdalá el-Badri, el 26 de enero, llamando a los productores independientes a colaborar para reducir el exceso de oferta global, detuvo momentáneamente la tendencia decreciente de los precios internacionales, que ya había precipitado la cotización de la mezcla mexicana hasta los 18 dólares.

México, a pesar de la declinación de los yacimientos que actualmente explota, es un gran exportador mundial con 1.1 millones de barriles por día y aun cuando la mayoría de sus ventas se concentran en Estados Unidos, hasta ahora ha sido un protagonista significativo del mercado mundial que, actuando de manera independiente, ha contribuido a procurar los equilibrios internacionales necesarios para que el petróleo mexicano se produzca a precios remunerativos.

El ingreso de México a la AIE sólo va a favorecer a los consumidores sobre los exportadores y con ello sus intereses geopolíticos, sin una causa u objetivo específico para nuestro país. En el futuro, la tendencia de los precios del petróleo pudiera ubicarse en niveles mucho menores a los que ha mantenido en las últimas décadas.

Si este fuera el caso ¿A quién serviría el ingreso de México a la Agencia Internacional de Energía? Por eso, es indispensable que el Secretario de Energía explique, ante el Senado de la República, los propósitos del gobierno al reducir la autodeterminación nacional en la administración de un recurso que es, y seguirá siendo, estratégico para la vida del país.

*VICEPRESIDENTE DE LA MESA DIRECTIVA DEL SENADO DE LA REPÚBLICA.

TWITTER: @SenLuisSanchez

Fuente: siempre.com.mx