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Nely Méndez Vásquez*

Oaxaca, febrero 26/2016.- En Ciencia Política se llama voto estratégico o el llamado voto útil. Cuando un elector vota estratégicamente ordenando a los candidatos de su preferencia, primero el candidato que considera el mejor y al final el candidato que considera el peor. El votante estima, a partir de la información que posee, la probabilidad que tiene cada candidato para poder llegar al cargo. Si su primera opción no tiene probabilidades de ganar, y lo que más le preocupa es que gane la peor opción, entonces votará por aquel candidato que, aunque no es su primera opción, tiene más probabilidad de evitar que gane el peor. Eso es el voto estratégico. Así que si para ti es de importancia que alguien en particular no llegue al cargo, entonces tienes como opción el voto estratégico.

El espacio que existe entre el voto estratégico y el voto ideológico es lo que establecía Max Weber entre la ética de la responsabilidad y la ética de convicción.

Weber analizaba que nadie puede prescribir si hay que obrar conforme a una u a otra y que en ocasiones ambas pueden concurrir para formar al hombre de vocación política. Añadía, que la ética de la responsabilidad es tener en cuenta las consecuencias de la propia acción.

En la actualidad podría decirse que en las democracias de audiencia, se verifica la presencia del voto estratégico debido al fin de las ideologías o a la fragmentación y debilidad de los partidos políticos.

El próximo 5 de junio elegiremos representantes para gobernador, ayuntamientos (153 por sistema de partidos políticos) y diputaciones (42, 15 por mayoría relativa y 17 de representación proporcional). Los sucesos que han acontecido durante los últimos días muestran un panorama fragmentado, con la misma pauta en todas partes: la división interna de los partidos hegemónicos que han gobernado el estado.

En una elección trascendente, lo primero que ésta en juego es si queremos que la coalición que se encuentra en el gobierno se mantenga ahí, o si, optamos por el regreso de PRI al gobierno del estado, o bien, utilizar el voto estratégico y favorecer una tercera opción.

Es aquí en una elección tan disputada, de trascendencia histórica, y donde existe relativa incertidumbre sobre los resultados. Es importante para los partidos mayoritarios convencer a los votantes de que no desperdicien su voto beneficiando de manera indirecta a las peores opciones. Los votantes de los partidos que no tienen opciones de gobernar, son tentados a usar su voto para fortalecer la opción menos mala.

Hoy, en Oaxaca hay muchas personas que no encontramos un partido o candidato por el cual votar, pero estoy convencida que un voto estratégico y razonado sin importar ideologías es la mejor opción ante partidos y candidatos tan desprestigiados.

*Oaxaqueña, Licenciada en Ciencia Política y Administración Pública.