Desde un lugar de la Patria

CARTAS A OAXACA I

HUAXYACAC
Comenzamos una serie de columnas que puse por título, CARTAS A OAXACA, porque trato de escribirles a mis lectores (espero tener muchos) especialmente oaxaqueños, pero también a todos los que nos leen en todos los rincones de México y el mundo, que gracias a la tecnología se puede llegar a otras latitudes al mismo tiempo.

Los latas de los tatas, nuestros antepasados, llegaron a Huatulco a mediados del siglo XVI, inmediatamente los abrasó la necesidad de seguir adelante, que por aquellos tiempo seguir adelante significaba construir navíos para no quedar aislados; ellos, hacían llegar maderos hasta Huatulco, desde ahuehuetes, hasta parotas o huanacaxtle y guayacanes, primero terminaron con todos los especímenes más cercanos, después en una búsqueda más lejana, dieron cuenta de los Ozolotepec y Mixtepec en la Sierra Sur, tierras altas, frescas, con una gran riqueza, hermosas, de ensueño, donde nacen todos los ríos que desembocan en el Pacífico Mexicano, así con el mucho andar y acarreo de los maderos de ahuehuete y huanacaxtle para las cubiertas, y los guayacanes para los pisos de los navíos, descubrieron el paraíso.

El paraíso había permanecido oculto por los siglos de los siglos, vivir en Huaxyacac es vivir al mismo tiempo en todo el mundo, la laguna encantada de Mixtepec rodeada con ocotes llenos de paxtle, de donde corren las aguas cristalinas, adornados con peces de colores e infinidad de galápagos de todas las formas, agua viva que corre rumbo a Quiechapa formando un río de belleza sinigual con piedras de colores que cambian su intensidad según la humedad que tengan, todo lleno de sauces sobrevivientes del bosque primigenio del universo; allí, donde el agua que antes desgranó la playa, ahora se hacen remansos y honduras, playas anchas donde el verde de las algas cubre las infinitas tiras con tempolocates, los sauces y bejucos de la playa ocultan con un mimetismo perfecto al teterete que realiza el milagro de caminar sobre las aguas, ¡allí está Santa María Zoquitlán!, donde se juntan los ríos, donde los tatas de los tatas quedaron maravillados en esa gran puerta con pájaros multicolores, sobrevolando las copas y entre copas de los árboles, además a los “de a pata” por la playa, todos con cantos singulares y trinos sin igual; así descubrieron los bichones en San Pedro Totolapam.
Vivir en Huaxyacac es vivi al mismo tiempo en todo el mundo.

Augusto Cupertino Rubí Lerí.