AMLO, el priista
Esta semana se confirmó el pacto de impunidad que, con tal de ganar a toda costa la Presidencia de la República, López Obrador ha hecho con el PRI.
Durante la mesa de presidentes conducida por el periodista Joaquín López-Dóriga, la presidenta nacional de Morena, Yeidckol Polevnsky, dijo que Alejandro Gutiérrez, exsecretario general del PRI, que está bajo proceso penal, presuntamente por desviar más de 250 millones de pesos del gobierno de Chihuahua, durante el sexenio César Duarte, para financiar las campañas electorales del PRI en 2016, es un preso político del gobernador Javier Corral.
Corral ganó hace dos años la gubernatura del estado de Chihuahua con una promesa: combatir y castigar la corrupción y la impunidad que había reinado en los gobiernos priistas, y de manera particular en el de César Duarte, cuya voracidad en el abuso del poder público fue notoriamente escandalosa y lastimosa para los chihuahuenses. Una muestra de la enorme corrupción que caracterizó al gobierno de Duarte es el caso por el que Alejandro Gutiérrez está siendo procesado y que se ha convertido en causa bellis entre el gobernador Corral y el gobierno federal, que se ha empeñado en protegerlo.
Esta elección es una elección de cambio: los mexicanos estamos hartos de la corrupción, la impunidad y la ineficacia de los gobiernos que se deriva de éstas, por eso, el PRI perderá las elecciones, pero, también por eso, resulta increíble que el supuesto abanderado del cambio, López Obrador y la presidenta de su partido, Polevnsky defiendan a un exfuncionario procesado por corrupción como Alejandro Gutiérrez. Lo anterior sólo se explica en el contexto de una serie de guiños que el candidato de Morena ha hecho al PRI, por ejemplo al decir que no tiene ánimo de venganza por lo que no meterá a los corruptos a la cárcel.
La lucha del gobernador Corral y del pueblo de Chihuahua por hacer justicia y limpiar al gobierno de la corrupción, resulta emblemática en estos días en donde acciones como ésta son, al mismo tiempo, lo que más demandan los ciudadanos y lo que más escasea. Esto le costó a los chihuahuenses un enfrentamiento con el gobierno federal por el chantaje, bajo la forma de retención de recursos públicos de éste al gobierno local, que dio pie a la Caravana por la dignidad, una marcha desde Chihuahua a la Ciudad de México para exigir tanto la extradición del exgobernador César Duarte como la entrega de dichos recursos.
Chihuahua es, hoy por hoy, el único estado del país donde se libra, tan claramente, una batalla contra la corrupción y debería ser apoyado y no denostado por nadie que pretenda ser presidente de la República, pero la defensa de Polevnsky a Gutiérrez no se puede interpretar ya sólo como un guiño, sino como una expresión de alianza, al menos, con el sector del PRI vinculado a César Duarte y compañía.
¿Cambio? ¿Acabar con la mafia del poder? Lo único que realmente podemos esperar de un gobierno morenista es impunidad a corruptos y amnistía a criminales: lo han dicho tan claro como el agua.
A cinco semanas de las elecciones estamos a tiempo de reflexionar sobre en manos de quién queremos poner la conducción de nuestro país y el futuro de los que vienen. López Obrador no sólo tiene ideas viejas y obsoletas ni es sólo autoritario e ignorante de muchos temas que un buen gobernante debe saber, sino que, al defender a priistas corruptos e, incluso, postular a personajes del viejo régimen, como líderes sindicales o exlíderes de los partidos tradicionales, resulta ser más un encantador de serpientes que un auténtico generador del cambio que México necesita.
No olvidemos que, en el fondo, AMLO es un priista de origen, no nos dejemos engañar.
Fuente: excelsior.com.mx