¿POR QUÉ NACIO MUERTA LA CANDIDATURA DE HÉCTOR PABLO? LA X EN LA FRENTE
Moisés MOLINA
Tal vez hubo un tiempo –si así fuera no me tocó- en que la moneda de cambio de las elecciones era la confianza.
Los aspirantes a un cargo de elección popular la generaban y los electores la percibían.
El sufragio era, en toda la extensión de la palabra, un voto de confianza de tal manera que la base de nuestra forma de gobierno republicana descansaba sobre sólidos cimientos representativos.
México podía llamarse con todas sus letras una “república representativa”.
Pareciera que con cada nueva elección México lo es menos y nuestra nota federalista también se debilita.
Desde las elecciones locales o estatales la confianza en los candidatos y en nuestras instituciones electorales se erosiona y ello nos ha metido en una crisis democrática de legitimidad. Los cargos públicos pueden ser completamente legales, aún siendo ilegítimos.
Hay más de un caso de elecciones donde más del 50 por ciento del electorado no va a depositar su voto a las urnas. Y eso es reflejo de que ni los partidos, ni los candidatos, ni los órganos electorales, ni los ciudadanos estamos haciendo la tarea.
Hace tiempo que dejamos de construir ciudadanía y democracia.
¿Qué hacer ante este panorama?
Los partidos deben abrir y transparentar al más alto nivel sus procedimientos de democracia hacia el interior, así como en coaliciones;
Los órganos electorales deben ser exhaustivos en el cumplimiento de sus fines como formadores de ciudadanía y brindar la máxima certeza en sus decisiones; los ciudadanos deben aprovechar todas las herramientas a su alcance para mantenerse informados y decidir en consecuencia.
Y los candidatos, aquellas personas que pretendan representarnos como Presidente de la República, Senador de la República, Diputado Federal, Gobernador del Estado, Diputado local o Presidente Municipal tienen como obligación primigenia la de otorgar confianza, certeza, tranquilidad a los electores de que con él o con ella estarán bien representados.
Los votantes son cada vez más quisquillosos y las redes sociales desnudan las pretensiones. Ningún candidato puede guardar por mucho tiempo su pasado y las campañas electorales han sacrificado propuestas en pos de trayectorias.
Ese es el origen de las campañas negras.
Hoy veo dos tipos de campaña negra:
A esto último yo no le llamaría campaña negra y sí una campaña informativa, aunque la propuesta pase a segundo término.
Y es que en el fondo somos una sociedad hipócrita, morbosa.
Así como salimos a comprar la nota roja que anuncia un carro de sonido de hechos acontecidos en nuestra cuadra o en nuestra colonia sin importar cuáles son las ocho columnas, así nos aparecemos en las campañas. Cambiamos de canal o de estación de radio en el mismo instante en que se comienza a hablar de propuesta.
Somos fanáticos del escándalo, de la desgracia ajena, del sensacionalismo, del amarillismo.
Somos voyeristas de la arena electoral.
Paradógicamente, ese voyerismo que se ha convertido en una especie de sexto sentido sufragista, es el que nos ha llevado a tomar las decisiones correctas.
Ya no votamos por lo que el candidato propone. Votamos por lo que el candidato es.
Su pasado y sus cruces dan o quitan al candidato esa calidad moral que hace que su propuesta sea creíble o no.
No votamos por la propuesta. Votamos por el candidato que si es chango viejo ya no aprende maroma nueva.
¿Por qué nació muerta la candidatura de Héctor Pablo? Disculpas anticipadas si a alguien lastima que lo tome como ejemplo, pero es prototípico. Nada personal.
El diario Despertar, antiguo aliado incondicional del aspirante al Senado fue el que sorprendentemente publicó en su página de facebook este video donde lo que resalta es la opulencia de un servidor público que se supone debe vivir en la honrada medianía, más aún en un estado tan pobre como Oaxaca. https://www.facebook.com/story.php?story_fbid=996855177141173&id=561826920644003&refsrc=https%3A%2F%2Fm.facebook.com%2F561826920644003%2Fvideos%2F996855177141173%2F . Cierto o falso ahí están las tomas y si alguien conoce esas propiedades que dé fe y testimonio.
Hoy, como nunca, necesitamos confiar para tener esperanza; la esperanza de que nuestro voto le sirva a Oaxaca y le sirva a México; que le sirva a nuestras familias, que no se vaya a la gráfica del voto nulo o del abstencionismo.
Pero pareciera que en Oaxaca más que la certeza de por quién votar, debemos conformarnos con la certeza de por quien NO votar.
@MoisesMolina