Moisés MOLINA

Hace unos días circuló profusamente vía redes sociales la primicia que tuvieron los periodistas Claudia y Francisco Rodríguez entrevistando a José Muratn misma que usted -amable lector y lectora- puede ver en el siguiente enlacehttps://youtu.be/UEF-hoG2y8g

Para el medio político fue todo un acontecimiento. El de Ixtepec no es precisamente devoto de las apariciones públicas.

Algo hay que reconocerle. Su proceder en público y en privado es siempre el mismo. Es fiel a su estilo; directo, sin cortapisas ni medias tintas.

Pocos saben de su profesorado en Derecho Internacional. Como perito, la geopolítica no le es ajena y le permiteexplicar con claridad los procesos jurídico-políticos del Sistema Mundo (para usar la terminología de Immanuel Wallerstein), sus actores y sus efectos en la vida de los Estados Modernos.

En esta ocasión habló medularmente de México inserto en un Sistema Mundo dominado por el neoliberalismo y cuyos sistemas políticos agonizan por la balcanización de los partidos y el abuso de los mecanismos vueltos constitucionales de democracia directa.

Como era de esperarse el diálogo se centró en el PRI.

“¿Qué pasó en el PRI?”, se le preguntó. Y habló fuerte y claro:

“Está muy claro lo que pasó. No hay que interpretar nada. Se abandonaron las causas, se abandonó a la militancia, las políticas pública no fueron a los lugares indicados”.

Y prosiguió el diagnóstico:

El problema no fue tanto el candidato Meade cuanto el modelo que representaba: el neoliberalismo, “un modelo que ya está de salida”.

“Los mexicanos salieron a votar hartos, molestos irritados con el estado de cosas” y enunció resumiendo la carestía de la vida: inflación galopante, los precios de la gasolina, los costos de la electricidad, falta de empleos bien remunerados, aumento de precios e inseguridad”.

¿Qué se tiene que hacer? “Ceder el paso a una nueva generación de jóvenes de entre 20 y 45 años para que se hagan cargo del partido”.

José Murat es uno de esos pocos hombres de poder a quienes no se les puede perder la pista. No necesita un cargo público para llenar su nombre. Para bien o para mal, el ex gobernador siempre despierta reacciones, nunca pasa desapercibido.

Alguna vez escribí que Murat hace política con un reloj en la mano y en el año 2000 nos demostró que se adelantó en el tiempo.

Nadie antes que él, sin contar a Carlos Alberto Madrazo y a Luis Donaldo Colosio, se había atrevido siquiera a cuestionar el orden medieval del PRI.

Revisando mis archivos me doy cuenta que la oportunista, sospechosa y repentina vena democratizadora de Ulises Ruiz no es sino un grosero plagio (además ayuno de calidad moral) de lo que Murat dilucidaba ya hace 18 años.

Antes que el Presidente Peña, José Murat ponía en el debate público la posibilidad consensada de un cambio de nombre y de emblema para el PRI.

Encontré tres misivas que, siendo gobernador de Oaxaca, Murat le dirigió a Dulce María Sauri, entonces presidenta del CEN del PRI en el año 2000. La primera fue fechada a escasos seis días de la histórica derrota del 2 de julio en que México dio a luz a la alternancia con el primer gobierno del PAN. La segunda carta fue del 23 de julio y la tercera y última del 27 de agosto del mismo año.

Lo desoyeron y hoy el PRI sufre las consecuencias de haber sido reducido casi a la nada política como una fuerza lastimeramente testimonial en el Congreso de la Unión y en las nuevas legislaturas estatales.

Hoy, a escasos días de que la dirigencia ratificada anunciara cambios en las carteras del CEN donde descollan candidatas y candidatos perdedores del pasado proceso electoral, aquellas palabras del José Murat de hace 18 años resuenan hoy como un parto de relámpagos. Parecieran haber sido escritas para esta coyuntura.

Entrecomillo algunos de sus enunciados más reveladores:

“No hay tiempo ni espacio para la simulación y la repetición decadente de viejas fórmulas”.

“Es el tiempo de ver nuestra misión desde la perspectiva de nuestras bases y de las regiones”.

“La derrota es el costo acumulado de fallidos intentos de cambio. Cada exigencia de cambio desatendida se convirtió en votos adversos”.

“Frente a nuestra capacidad de cambio se cometieron graves errores de estrategia y se tomaron decisiones equivocadas, marcadamente opuestas a los intereses de la sociedad”.

“Es hora de demostrar que asimilamos la dura lección y que tenemos imaginación y respuestas democráticas, modernas, incluyentes y atractivas para nuestra gente”.

“Es la hora de abrir las ventanas y las puertas a las nuevas corrientes democráticas”.

“Los priistas estamos urgidos de un nuevo liderazgo, fuerte, surgido de una firme base de sustentación social y pleno de autoridad moral”.

“Primero el partido, luego la dirigencia”.

“Insisto en mi planteamiento de someter al mandato de la militancia horizontal el rumbo de nuestro partido en una Asamblea Nacional que evalúe y en su caso modifique los documentos básicos, así como, de ser esa la voluntad de la militancia, cambiar el nombre y el logotipo de nuestro partido”.

”Tenemos que dejar atrás la democracia virtual y la práctica política simulada que calladamente fue repudiada durante años. Ahora que retoma la voz la militancia de provincia, ese repudio silencioso se ha hecho cada vez más público”.

“El 2 de julio el triunfo fue de un movimiento ciudadano que pasó la cuenta de los vicios y los errores acumulados a un partido mayoritario que no supo mantenerse a la vanguardia del cambio. Fue eso y no el triunfo de un partido cuya doctrina es ajena a la tradición liberal de los mexicanos”.

“No confundamos disciplina con incondicionalidad, no confundamos institucionalidad con complicidad, no confundamos lealtad con servilismo. No continuemos desvirtuando los altos valores de la política con los intereses de grupo que debilitaron al priismo nacional”.

“La realidad del mercado no debe eclipsar el compromiso social del Estado mexicano cuya premisa es, fuera de lo jurídico, trato desigual a desiguales”.

“El acercamiento del partido a posiciones ajenas no solo lo alejó de la militancia de base, sino también de las clases populares y los segmentos de la clase media”.

“La pérdida del poder fue un proceso paulatino, no un acto súbito, repentino. Los resultados adversos obedecieron, entre otras causas, a las prácticas de simulación y paracaidismo hacia adentro, y el abandono de las causas populares hacia afuera”.

“Que quede claro, las actitudes de unos cuantos dentro del PRI provocaron la entrega del poder a otras fuerzas políticas”.

“El PRI fue ya, con éxito, un partido de facciones y fuerzas regionales que atemperó y después proscribió el imperio de los caudillos; fue también, con acierto, un partido de organizaciones obreras, campesinas y populares, que lo dotó de una gran base social; fue también con tino histórico, un partido de ciudadanos y de organizaciones sociales, hasta que la visión tecnocrática de corto plazo lo alejó de su auténtica militancia y lo divorció de la sociedad mexicana”.

“Es necesaria una reforma profunda que reivindique nuestro espacio de centroizquierda, oxigene la vida interna, retome los principios de nuestro pensamiento social, reasuma las causas populares y de las clases medias, combata a fondo la corrupción y remueva los burocratismos”.

“Un PRI democrático con toda la herencia de la reforma liberal juarista y la Revolución Mexicana”.

Este país ya ha probado todo y las cosas no parecen mejorar. La esperanza en el nuevo gobierno está encendida aunque comienzan a sonar tempranas alertas. Ya probamos el cambio de un partido por otro, el cambio de una coalición por otra, el cambio de un proyecto de nación por otro. Pareciera que lo único que falta es el cambio de una generación por otra.

El año próximo el PRI elegirá a su próxima dirigencia.

A mi modo de ver las cosas si, como dice José Murat, el PRI logra abrirse al ímpetu de la juventud y sin temores ensaya por primera vez en su historia la elección de sus dirigentes por voto directo de militantes y simpatizantes, podría erigirse en una extraordinaria opción de contraste contra una gerontocracia populista y pusilánime; gatopardista y camaleónica.

Ahí las palabras de José Murat, testimonio de que sin teoría revolucionaria no puede haber práctica revolucionaria

@moisesmolinar