La pandemia de Covid-19 ha cambiado las reglas del juego para todos. Incluso para la elaboración del listado “100 mujeres más poderosas de México” en 2020.

En esta ocasión, la lista anual, que enuncia (no rankea), pretende reconocer la labor del personal médico, de las luchadoras sociales, de las artistas y de las incansables ejecutivas que hoy se enfrentan, no sólo a una crisis sanitaria y social, sino a un contagio económico que afecta las hojas de balance de casi todas las compañías.

Sin importar el grado de complejidad, Forbes celebra que cada año sean más los nombres de mujeres que se suman al reconocimiento público. La conquista de espacios sigue.

Si la palabra clave es “inclusión”, no podemos limitar la lista a personajes del entorno económico o de negocios. Ello, des- de luego, nos dificulta más elegir a las 100 que integran el grupo. Porque, ¿qué méritos deben tener las mujeres de nichos distintos al empresarial o económico? ¿Qué hace que una mujer sea poderosa, si no se puede me- dir con los datos tradicionales de ingresos de las empresas, o empleos que generan, o éxitos medibles en su quehacer?
Aquí, como reza el clásico, tenemos que generar “otros datos”.
Algunos de ellos los dicta la realidad mis- ma. Por ello, sumamos a Frida Guerrera (el nom de guerre de Verónica Villalvazo), pero, ¿es psicóloga, es fotógrafa, es periodista? Es todo eso y, además, es activista por los dere- chos humanos y una inquietante voz (hacia los poderes establecidos) de las condiciones de violencia de género, tan presentes desde hace años y que ahora se han exacerbado.

De acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo
del Sistema Nacional de Seguridad Pública, durante 2019 se registraron, en todo el territorio nacional, 1,006 feminicidios, lo que representó un crecimiento del 10%, en comparación con lo sucedido en ese rubro el año anterior.