Moisés MOLINA.

¿Qué mas nos queda si no es el criterio y la responsabilidad personal?

Si a muchas y muchos no les interesa ponerse el cubrebocas, menos les va a interesar leer textos como este.

Tú que sí lo haces, háblales, insísteles, aprémialos por todos los medios a tu alcance, para que se cuiden y nos cuiden a los demás.

Ya no queda tiempo más que para salvarnos y salvar a otros. Ya no queda tiempo ni siquiera para repartir culpas. 

Autoridades, médicos y periodistas nos han advertido hasta el cansancio y no entendemos.

La televisión, la radio y las redes sociales nos han bombardeado incansablemente y seguimos insensibles.

Se nos han muerto autoridades, vecinos, amigos y familiares y parece que no pasa nada.

Decimos que la COVID no existe, que es un invento.

Consideramos que si existe a nosotros no nos va a dar.

Estamos seguros de que si nos da, no nos vamos a morir.

Octavio Paz nos caracterizó para la posteridad en “El laberinto de la soledad”. Los mexicanos nos reímos de la muerte. 

En Oaxaca nos burlamos de la COVID aunque la evidencia diaria nos diga que la enfermedad ríe a lo último.

¿Por qué somos tan necios, tan tercos, tan obstinados? Porque ignorantes y tontos no somos. 

¿Por qué nuestros complejos nos arrastran día con día a la peor de las muertes?

Los que se mueren por COVID se vuelven un número, una estadística. Ni siquiera tienen un funeral y un sepelio decente.

Solo los espera el crematorio o un entierro en la clandestinidad. 

Muchos llenan fosas improvisadas por que los panteones se han convertido en inmensas fosas comunes a donde los cadáveres llegan al por mayor.

Muertos a destiempo. Después de un tiempo, ni siquiera recordaremos que ya murieron.

Son muertes que duelen, pero duelen menos las de aquellos que se la buscaron.

Duelen menos quienes pudiendo quedarse en casa no se quedaron.

Duelen menos quienes debiendo haber usado cubrebocas, se burlaban de quien sí lo usaba.

Duelen menos quienes festejaban mientras otros se confinaban.

Duelen menos esos que pudiendo cuidarse y cuidarnos no lo hicieron.

¿Qué más hace falta para entender que las profecías se cumplen y ya caminamos entre el valle de la muerte?

¿Qué más hace falta para empezar a comportarnos como lo que creemos que somos?

Difícilmente habrá otra época que mejor represente el desprecio por la vida.

No creo que alcancemos a ver otro momento cúspide de degradación moral y descomposición social.

Crucificamos a Lozoya y a todos aquellos que se robaron el dinero del pueblo, pero no queremos ver que nosotros estamos arrebatando vidas. 

Somos suicidas y a la vez homicidas. Matamos por omisión, por obstinación, por necedad, por egoísmo y por egocentrismo. 

Nos queda ya poco por hacer en este punto sin retorno.

Huérfanos, absortos, ensimismados.

Hace falta hacer de todas las cabezas un solo mundo y entender que si no nos cuidamos, seguiremos matando inocentes.

Por mi parte seguiré, obsesivo del bactericida, usando cubrebocas, lavándome las manos, guardando la sana distancia y, siempre que se pueda, quedándome en casa con lo único que tengo que es mi familia.

Corre la voz.

@MoisesMolina