Acto encabezado por el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador desde Acapulco, Guerrero

OLGA SÁNCHEZ CORDERO, SECRETARIA DE GOBERNACIÓN: Con su permiso, señor presidente, Andrés Manuel López Obrador.

Muchas gracias por su anfitrionía señor gobernador.

Con su venía señor presidente.

También quiero saludar a las alcaldesas, quiero saludar también a nuestro querido Adelfo, a los medios de comunicación.

Buenos días a todas y a todos ustedes.

Me llena de entusiasmo y orgullo estar con ustedes para honrar la memoria y el legado de uno de los próceres de la democracia mexicana: el inmortal don Benito Juárez García.

En San Pablo Guelatao nació un niño zapoteca que los años transformaron en un joven seminarista, abogado, liberal y posteriormente en el presidente inquebrantable. Un colosal estadista, un prócer que en los momentos más convulsos para México defendió a la república del embate de un imperio extranjero.

Benito Juárez fue un demócrata en su expresión más puntual, un hombre de leyes que condujo la causa liberal. Esa convicción por la legalidad se tradujo en normas como la Ley General de Administración de Justicia o Ley Juárez, que extinguió los fueros clericales y anuló los tribunales especiales sentando la piedra angular de cualquier democracia: la igualdad.

La obra de Juárez es descomunal. Arrancó el dominio de un poderoso estamento clerical y devolvió ese poder al pueblo.

Las Leyes de Reforma en su conjunto transformaron el sistema ideológico, material, económico, semifeudal en una ética laica y republicana. Esta es la segunda gran transformación de nuestra historia.

Juárez, un enorme estadista de nuestra nación.

Y, por lo tanto, en la democracia reposa la esencia del Estado liberal reformista, que dotó de carácter laico a las instituciones, transformando para siempre el curso de la historia de nuestro país.

La influencia del juarismo puede verse reflejada en cuatro pilares indispensables sobre los que hoy en día se fundamenta el desarrollo de México: leyes, instituciones, pluralismo y democracia.

El tiempo de Juárez coincide con el nacimiento del México moderno, porque fue a partir de las Leyes de Reforma que cristalizaron los fines de la independencia civil en México las que marcaron el inicio de un proyecto de modernización para nuestro país. Años, sí, de lucha liberal, sueño de patria soberana, libre e independiente.

Las instituciones se consolidaron desde entonces y hasta hoy. Se han transformado, sí. En el presente, la Cuarta Transformación de la vida pública de México ha retomado la vocación que el juarismo proyectó: consolidar un Estado que esté al servicio del pueblo, como lo ha dicho en múltiples ocasiones nuestro señor presidente Andrés Manuel López Obrador.

Visionario, Juárez supo que los derechos deberían ser garantizados en la ley, pero jamás por la fuerza. Uno de los legados de Juárez para el Estado mexicano es que formó un andamiaje institucional que fortaleció al país frente a poderes exteriores y puso a disposición de la gente el poder del Estado.

El pensamiento democrático encontró en Benito Juárez a uno de sus más grandes expositores y defensores: el respeto de la voz popular, la conjunción de todas las voces que coexisten en el pluralismo, que constituye uno de los ejes que sustentan la ideología juarista.

Juárez demostró que el respeto a ese pluralismo debe ser irrestricto y debe ser tomado en cuenta para una verdadera representación dentro de la democracia. Es gracias al pluralismo que se puede reconocer al pueblo sus opiniones, sus preocupaciones. Atender la pluralidad garantiza que se tome en cuenta la diversidad de opiniones y permite el enriquecimiento de distintas perspectivas.

Don Benito Juárez García nació en Oaxaca, pero dedicó su vida a México. Le rendimos guardia de honor por su aniversario luctuoso en una de las tierras que fue testigo de su lucha inquebrantable. Fue aquí, en Acapulco, donde se consolidó el Plan de Ayutla, al que se sumó Benito Juárez para poner fin a la oscura noche de la dictadura.

Tenemos la responsabilidad de reivindicar, como lo hacemos ahora desde esta Cuarta Transformación, la importante herencia que el legado juarista ha depositado en la conciencia mexicana. Que la conducción de nuestras acciones y pensamientos se guíen con esa mirada humanista, solidaria y justa de los principios e ideales del Benemérito de las Américas.

Hoy rememoramos la muerte del presidente Juárez, la perpetuidad de su ejemplo de vida, el hombre que fue, sus ideas, piezas claves para el desarrollo y consolidación de nuestra democracia.

La máxima juarista permanece vigente. La democracia es el destino de la humanidad, la libertad, su brazo indiscutible.

Hagamos que medie la razón en cualquier espacio de la sociedad, que la paz sea la realidad más próxima y la justicia social el puerto indiscutible.

Unamos nuestros valores y depositemos nuestras acciones en el umbral de la democracia, tengamos confianza en la sabiduría del pueblo bueno y en la grandeza de nuestro país.

Hoy, en el aniversario luctuoso de Benito Juárez, traemos al presente su legado y testimonio como ejemplo de lo que significa ser una nación que crece libre y soberana.

Que el ideal juarista siga construyendo los destinos de nuestra nación con esos cuatro pilares: instituciones, leyes, pluralismo y democracia.

¡Viva Juárez!

¡Viva la República!

¡Viva la democracia!

¡Y viva México!

Muchas gracias, señor presidente.