Ninguna potencia está legitimada para determinar la identidad de una nación
Patricia Ynestroza-Ciudad del Vaticano
En su mensaje, Francisco recordó a los participantes en la Cumbre de la COPAJU, que hace tiempo les había propuesto este tema sobre la cuestión del colonialismo, la descolonización y el neocolonialismo, desde la perspectiva de la justicia y el bien común.
“La historia siempre nos abre la mente para una lectura del presente y una proyección hacia el futuro; a esta luz, este no es un encuentro de revisión estrictamente histórica del colonialismo, sino un ámbito para reflexionar sobre sus expresiones actuales, sus derroteros y sus implicancias para el desarrollo, la salud y el bienestar de los pueblos”, les dijo, además de enfocar el tema desde la justicia y el bien común, se pone el acento en la necesidad de comprender cómo y cuánto incide el proceso colonial, desde hace siglos y hasta nuestros días, en la epistemología jurídica y social. Entonces, afirmó, una primera reflexión que cabría efectuar es sobre la vigencia del fenómeno colonial.
Terminar con las prácticas neocoloniales
El Papa Francisco recordó que hoy día se pide hacer el esfuerzo necesario para terminar más temprano que tarde con las prácticas neocoloniales y sus expresiones derivadas de racismo y segregación social. Para ello, dijo, es necesario internarnos en el fenómeno, “comprenderlo, detectarlo en el propio seno de nuestras instituciones judiciales y no dar crédito a las posturas negacionistas que adjudican al diagnóstico neocolonial un origen conspirativo o fantasioso”.
No habrá paz si, en los sistemas políticos de representación, no hay integración real de los pueblos excluidos. No son concebibles, señaló, los cuerpos representativos en donde sólo el poder hegemónico ocupa espacios. Es imprescindible un sistema de cupos que reintegre a los pueblos originarios y a las etnias desplazadas el espacio de decisión arrebatado.
El Papa: “Pido perdón…”
Una vez más, el Pontífice pidió perdón, esta vez, por los actos de algunos creyentes que contribuyeron en forma directa o indirecta a los procesos de dominación política y territorial de varios pueblos de América y África. “También lo pido por los errores o las omisiones que en el presente se hayan producido o se estén produciendo.
“Como contrapartida, ratifico mi firme voluntad para actuar, con la doctrina social de la Iglesia, en pos de la reversión de los procesos neocoloniales que afligen a la humanidad”.
Nuevos colonialismos
Aunque si “técnicamente” en el siglo XXI ya no podemos hablar de naciones geográficamente “colonizadas”, aunque las hay, el término “colonialismo” todavía se usa comúnmente hoy, recordó Francisco, sobre todo en un sentido económico e ideológico. Por tanto, esta realidad ha mutado en sus formas, métodos y justificaciones. El colonialismo se virtualiza, se mimetiza y se esconde, dificultando su detección y neutralización.
“A modo de ejemplo, puedo referirme a un país que visité recientemente: la República Democrática del Congo. Ese país ha sido independiente desde hace más de setenta años, pero nadie negaría hoy que todavía está sujeto a acciones que, mientras por un lado le garantizan ciertas ventajas, por el otro se traducen en explotación de sus recursos. Además, el conflicto de intereses en juego repercute en el territorio y en la población con gravísimos daños al bien común”. Este tipo de dinámica, con variantes ligadas a las situaciones geopolíticas, seencuentra en muchos países y regiones del mundo. “Igualmente relevante”, y a menudo entrelazado con el económico-político, es el fenómeno de la colonización ideológica, afirmó.
“Estas sofocan el vínculo natural a los valores de los pueblos, intentando erradicar sus tradiciones, historia y lazos religiosos”.
La colonización ideológica estandariza
La colonización ideológica tiende a estandarizar, a igualar todo, afirmó por último, obedece a una mentalidad que no tolera las diferencias y se centra sólo en el momento presente, en las necesidades y los derechos individuales, a menudo descuidando los deberes hacia los más débiles y frágiles.
«No debemos olvidar que las expresiones concretas de justicia y de bien común van madurando en los pueblos y como tales deben ser respetadas. Las historias, los orígenes, las tradiciones, las religiones, atraviesan las lógicas que dan sentido a la determinación de lo justo y lo bueno».
Por ello, dijo, ninguna potencia – política, económica, ideológica – está legitimada para determinar de forma unilateral la identidad de una nación o grupo social. «El sometimiento y la expoliación de los pueblos a través del uso de la fuerza o de la penetración cultural y política es un crimen. Configura un crimen porque no hay chances para la paz en un mundo que descarta poblaciones y oprime para saquear», afirmó.