+ El libro “Los cafeticultores organizados de Oaxaca en la búsqueda de su bienestar, en el mercado y frente al Estado», de la catedrática Gladys Karina Sánchez, busca visibilizar este trabajo

CIUDAD UNIVERSITARIA, Oaxaca, enero 23.- Para visibilizar a las y los caficultores como sociedad civil y que se respeten sus derechos humanos y civiles, la Dra. Gladys Karina Sánchez Juárez, del Instituto de Investigaciones Sociológicas de la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca (IISUABJO), presentó su libro “Los cafeticultores organizados de Oaxaca en la búsqueda de su bienestar, en el mercado y frente al Estado».

Reunidos en la Biblioteca Universitaria “Fray Francisco de Burgoa” el miércoles 16 de enero, el Dr. Manuel Garza Zepeda, también investigador del IISUABJO, moderó el acto, en tanto que los comentarios estuvieron a cargo del Mtro. Luciano Sosa Maldonado, de la Universidad Autónoma de Chapingo (UACh).

La obra, dedicada a la Sociedad de Producción Rural “Yeni Navan”, contiene información sobre cómo se ha posicionado el café en términos económicos y la forma en que han sido beneficiados unos cuantos con el trabajo que realizan los productores, a quienes ya no les es redituable.

El Mtro. Luciano Sosa señaló que el texto contiene cuatro capítulos y el primero analiza la participación política de los campesinos caficultores organizados de Oaxaca en su relación con el Estado y su construcción con el aparato gubernamental, además de los modelos de desarrollo en México que han sido impuestos y han afectado en su mayoría a los sectores más vulnerables de la sociedad.

Hizo también una breve reseña de lo que ha sido el cultivo del grano y cómo se ha posicionado en el mercado. Se remontó a los años 50 del siglo pasado, cuando predominó la teoría del desarrollo con crecimiento por etapas económicas y el café era mejor pagado, en tanto que quienes lo cultivaban eran bien pagados.

En los años 60 aparece el Instituto Mexicano del Café (Inmecafé) y a partir de entonces se implementan tecnologías para fortalecer el mercado interno, se pactan convenios internacionales con precios y cuotas estables que resultaban favorables para el sector.

El nuevo organismo garantizaba productos agrícolas para su procesamiento y exportación; también proporcionaba plantas para establecer cafetales, insumos como fertilizantes, fungicidas y hasta se encargaba de comprar la cosecha y exportarla.

Sin embargo, en la década de los 70, con el liberalismo económico, desaparece el Inmecafé, y a partir de entonces el costo se determina en la Bolsa de Valores de Nueva York, en función de la oferta mundial, que no paga los costos de producción.

A la fecha se ha acumulado un gran descontento en el sector cafetalero, que protesta en Veracruz, donde la Compañía suiza “Nestlé”, productora de café soluble, pretende establecer otra planta, adicional a las dos con que ya cuenta en México, pero en ese propósito ocupará más de 80 mil hectáreas de tierras de cultivo y pastoreo, y afectará el precio de los productos mexicanos.
El capítulo 2 del libro habla del campesinado mexicano, que en el modelo neoliberal fue abandonado por el Estado y tuvo que buscar estrategias para subsistir, como dedicarse a la producción de maíz y frijol, así como a la ganadería de traspatio.

La Dra. Sánchez Juárez precisa en su obra que Oaxaca y Chiapas están a la cabeza de 13 entidades federativas con la mayor producción del aromático, con 735 mil 649 hectáreas sembradas.

En el capítulo 3 refiere, entre otros temas, que en 2012 existían en Oaxaca 109 mil productores del café distribuidos en 150 municipios considerados en situación de pobreza.

Finalmente, el Mtro. Sosa Maldonado recomienda en el análisis del capítulo 4 que “el Estado no deje el precio del café al libre Mercado, pues quienes seguirán ganando son las empresas transnacionales”.