Por: Ricardo Raphael

Halcón, tendero, huachicolero, cocinero o sicario son hoy cargos criminales ocupados por poblaciones muy jóvenes. Niñas, niños y adolescentes reclutados desde los siete años y que ascienden por la escalera delincuencial para llegar a ocupar responsabilidades medias de dirección antes de cumplir los 15.

Así lo afirma la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim) a partir de un trabajo testimonial publicado en agosto de este año: “Yo decidí cambiar mi vida trabajando para las personas malas con las que me rodeaba”.

Las empresas criminales los quieren cada día más jóvenes porque es más fácil manipularlos a través del consumo de la droga, porque no son adversos al riesgo, porque no tienen familia que los acompañe y, sobre todo, porque cuando son capturados, las penas son más blandas y pronto pueden recuperarlos.

El reclutamiento de las infancias para engrosar las filas de la criminalidad debería ser uno de los delitos más graves y, sin embargo, en México todavía carece de tipificación legislativa.

No solamente se trata de un acto de incorporación a través de mecanismos infames, sino también de las amenazas terminantes que pesan sobre aquellos que, arrepentidos, quieran escapar de esas redes fratricidas.

Tania Ramírez, directora de la Redim, afirma que México se ha convertido en el país con el mayor número de homicidios cometidos con arma de fuego contra la infancia en todo el mundo. Hemos superado a Siria, nación que se encuentra en guerra civil desde 2011 y que durante la pasada década lideró este ominoso sitio.

Sin embargo, si consideramos el periodo 2011-2022 las cifras mexicanas para el mismo renglón superaron ya a ese país de oriente próximo.

Este año terminará siendo el peor en la historia mexicana (sin contar la época de la Revolución de 1910 para la que no se tienen datos).

De enero a la fecha se han contabilizado 627 homicidios cometidos con arma de fuego en contra de las infancias. Esta cifra implicaría que, entre 2021 y 2022, el número se multiplicó en un 6.8 por ciento.

Zoom: lo más sorprendente es que este fenómeno permanezca invisible, no solamente para las leyes, sino también para la política, la policía, las fiscalías, los jueces, los partidos, los congresos y un larguísimo etcétera de responsables.

@ricardomraphael