Por: Sarai Aguilar Arriozola

Niños, sadomasoquismo y porno juntos en una imagen, ¿qué puede salir mal? 

Eso parece haber pensado Demna Gvasalia, director creativo de la marca Balenciaga en su última campaña, que terminó por ser suspendida tras indignar, con toda razón, tras ser lanzada en sus redes sociales. 

En la campaña de la firma española aparecen niños con osos de peluche –que en realidad eran bolsos– con accesorios bondage, como los utilizados para prácticas sexuales como el sadomasoquismo.

La marca de lujo retiró las imágenes tomadas por el fotógrafo Gabriele Galimberti y ofreció una disculpa a través de historias de Instagram. 

La polémica creció cuando usuarios de redes se percataron que además en una de las fotografías apareció un documento judicial “muy deliberadamente mal escondido” sobre pornografía infantil virtual. Se trata del fallo del caso Ashcroft vs. Free Speech Coalition, que anuló porciones de la Ley Federal de Prevención de la Pornografía Infantil.

Balenciaga señaló que desconocía eso como parte de su campaña y anunció que procedería legalmente contra quien resultara responsable por ello. 

“Condenamos enérgicamente el abuso de niños en cualquier forma. Defendemos la seguridad y el bienestar de los niños”, señaló la marca, que aprovechó la eliminación de la campaña para borrar todos los comentarios solicitando la cancelación de la propia firma. 

Y si bien esto luce más como una disculpa bajo presión, el reclamo generalizado de la sociedad contrasta con el aumento constante de la pornografía infantil en la misma sociedad que hoy reclama airadamente. 

La Comisión Europea reportó que solo en 2021 se denunciaron en todo el mundo 85 millones de imágenes y videos que representaban abusos sexuales de niños. Esto sin contar cifras negras.

La pandemia de covid-19 y el confinamiento acrecentaron el problema. Por ejemplo, la fundación Internet Watch observó en 2021 un aumento de 64% en las denuncias confirmadas de abusos con respecto al año anterior.

Y no solo se trata de pornografía. Ahora, a través de las redes se ha facilitado el camino a los pederastas, quienes tienen acceso a entablar comunicación con los niños sin siquiera moverse de su sillón favorito y dejar rastro.

Esto se agudizó también durante el confinamiento. La directora de Europol, Catherine De Bolle, en una audiencia ante el Parlamento Europeo destacó el incremento de la actividad en internet de quienes buscan material de abusos sexuales a menores. Los 27 estados miembros de la UE detectaron un mayor acceso a sitios web ilegales y han cerrado plataformas en línea para el intercambio de material sexual infantil.

Si, la misma sociedad que reclama y se indigna por la campaña de Balenciaga es la misma que ha hecho posible el incremento enfermizo de la pornografía infantil y los abusos en línea. Pues el no ser partícipes directos no nos exime de la responsabilidad social que compartimos. 

Sí, somos responsables al no exigir controles y seguridad cibernética efectiva a nuestros gobiernos, tolerancia cero ante la pedofilia y abusos sexuales en el mundo virtual o real en contra de las infancias, y al proteger con nuestra indiferencia a pederastas. 

No es Balenciaga, con todo y su desatino: lo que hay que cancelar es la pornografía infantil y cualquiera de sus expresiones.

@saraiarriozola