Por: Alberto Salduard


Cuando el fanatismo ha gangrenado el cerebro, la enfermedad es casi incurable 

Voltaire 

Vivir en México se ha convertido no sólo en terror, sino en una prueba extrema de supervivencia. Las 24 horas del día, los 365 días del año, millones de mexicanos están expuestos a ser asesinados, secuestrados, extorsionados, o “desaparecidos” en su lugar de residencia, ahora también agregaron al catálogo de riesgos transitar por las carreteras del país.   

El pasado martes 3 de abril del año en curso “desaparecieron” 35 personas que resultaron migrantes, cuando se trasladaban en dos camionetas de Guanajuato a Coahuila. El secuestro masivo se llevó a cabo en la zona norte de san Luis Potosí según información de la empresa propietaria de los vehículos, ubicación generada por los dispositivos GPS. También dieron a conocer que los secuestradores exigían 70 mil pesos por el recate de cada pasajero.

México a superado y con creces los violentos escenarios de Colombia en la oscura época de Pablo Escobar, en los que caminar por las calles de Bogotá, de Medellín, equivalía a ser víctima de fuego cruzado entre sicarios, de un atentado dinamitero o ser secuestrado por cualquiera de las bandas criminales, situación que obligaba a la población a mantenerse en sus casas el mayor tiempo posible. 

A diferencia de México, el gobierno del presidente César Gaviria combatió y abatió al Cártel de Medellín y al psicópata Pablo Escobar, reduciendo a su mínima expresión la violencia. Aquí en México el presidente López Obrador declaró el 30 de enero del 2019 a pregunta expresa de un periodista: ¿Se acabó la guerra contra el narco?”. “No hay guerra” respondió el mandatario. “Oficialmente ya no hay guerra. Nosotros queremos la paz”.

Este suceso confirma dos hechos innegables: El manto de impunidad que arropa a la delincuencia tendido desde palacio Nacional. Segundo. López Obrador ha perdido el control del país como afirmó el William Barr, exfiscal de los Estados Unidos: “Los delincuentes tienen decenas de miles de millones de dólares. Pueden corromper a quien quieran y tienen ejércitos vestidos como militares y vehículos blindados”.

López Obrador con su negativa a combatir a la delincuencia, convirtió a millones de mexicanos en víctimas potenciales de la delincuencia, ahora también cuando viajan por las carreteras del país, en las que la Guardia Nacional dedicada a extorsionar transportistas y particulares, los militares a dar paso franco a los delincuentes y sus preciadas mercancías-hechos documentados en su momento en medios de comunicación y redes sociales-mientras en cada kilómetro los ciudadanos y sus familias se juegan la vida.  
@AlbertoZaldiv16