Por: Leila Guerriero

Intenté responder los correos asombrados de amigos, pero tampoco entendí qué había pasado en las primarias en Argentina

Desde México, Chile, España, los correos de amigos con expresiones de asombro —¿cómo puede ser?— inundaron mi casilla después de las elecciones primarias del 13 de agosto en la Argentina, en las cuales arrasó el ultraderechista Javier Milei, que propone dolarizar la economía, autorizar la venta de órganos, cerrar decenas de ministerios y el Conicet —el organismo de investigación científica más importante del país—, y cuya candidata a vicepresidenta, Victoria Villarruel, dirige el Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas, y exige que el Estado reconozca como víctimas del terrorismo a los militares de la dictadura, porque “los terroristas tienen derechos humanos y sus víctimas no”. Intenté responder los correos, pero tampoco entendí qué había pasado. Me negaba a calificar de irresponsables a los millones de personas que votaron a quien representa todo lo que abomino. Leí artículos que hablaban de hartazgo social. Vi entrevistas en las cuales los colegas festejaban jocosamente las ocurrencias de Milei: “¿Vas a cerrar el Conicet? ¡Ja! ¡Qué quilombo se te va a armar!”. Ahí nomás estaba el suceso de la película Argentina, 1985, sobre el juicio a las juntas militares que sumergieron al país en una deriva de sangre desde 1976, y que despertó el interés sobre todo de los jóvenes que, parece, son quienes votaron masivamente a Milei. Y acá nomás había un país —mi país— con más del 100% de inflación y un 43% de pobres. Un amigo me dijo: “La gente se cansó de promesas. Y llegan unos cavernícolas y dicen: ‘No te voy a dar nada, pero repartiré patadas por el culo entre los que te joden’. Es el preanuncio de una jodienda todavía mayor, pero la gente lo que quiere es venganza”. Hay unos versos de Logan February: “Le echamos la culpa por el insomnio al perro / que ladra hasta el amanecer, que también sufre”. Venganza o sufrimiento, el resultado es el mismo. El principio del fin de muchas cosas.
@leilaguerriero2