Por: Ivonne Bustos

Hace algunos meses una feroz ciudadanía se vertía en una sola voz exigiendo la renuncia de la ministra Yasmín Esquivel por un reportaje que la implicaba en un escándalo de plagio de su tesis de Licenciatura en la UNAM, a pesar de la negación rotunda de la ministra sobre ese hecho. Esas mismas bocas hoy callan y justifican lo que se pueda justificar de un claro acto de deshonestidad académica.

Es un vertiginoso torbellino en el que vive Xóchitl Gálvez, cada día que pasa nuevos escándalos la rodean. Facturas a sus empresas al amparo del poder, declaraciones patrimoniales que no manifiestan posible conflicto de interés, la compra-venta con montos que no cuadran y no se declararon, un donativo que se comprometió en campaña a dar y los destinatarios niegan, una casa construida en la delegación que encabezó en un terreno irregular y, de acuerdo a un reportaje de Daniela Barragán, consta en documentos que cuando Xóchitl era alcaldesa se otorgó el permiso para construcción, mismo que resultó ser para una empresa de la que es dueña la familia de la mejor amiga de la hija de Gálvez.

Un enredo tras otro. Sin embargo, lo más preocupante del caso han sido las declaraciones realizadas por Xóchitl respecto al trabajo académico que entregó para obtener su título universitario. Xóchitl afirma que sí copió, pero dice que sólo fueron seis párrafos de 77 páginas que contiene su informe, con eso minimiza la hazaña y destruye totalmente cualquier avistamiento de deshonestidad académica.

Quien se jacta en todas las oportunidades que tiene de ser ingeniera y no sólo eso, afirma que es una de las mejores ingenieras de México; sin embargo, su carrera es licenciatura en Ingeniería en Computación, tampoco es puramente ingeniera. Cometer plagio es inaceptable. El periódico El País revisó a profundidad el informe de Xóchitl y descubrió que fueron más de seis párrafos los plagiados y fueron más fuentes las que habría utilizado sin citar, tomando sus ideas como propias.

Es increíble que alguien que asistió a la universidad, que tuvo vida académica, no sepa que copiar párrafos sin dar los créditos correspondientes es plagio, es un robo de ideas, no importa si es la tesis, una tesina, un informe, un paper o un ensayo de una cuartilla, es parte fundamental de la formación académica la honestidad intelectual, la ética y los valores que le darán vida profesional a millones de alumnos en el país y en el mundo.

Plagiar un documento no es cosa menor, es mentir, es robar, y quien roba en lo poco roba en lo mucho, porque se hace costumbre, porque es normal, porque es vivir en la impunidad; sin embargo, la defensa de una persona que comete un acto así pero que además aspira a la primer magistratura del país es totalmente inaceptable, debemos preguntarnos ¿qué clase de país queremos?, ¿cuáles valores debemos fomentar en la población?, ¿qué principios debemos buscar como ciudadanos para poder forjar una mejor sociedad?, una sociedad que hoy está marcada por la violencia contra las mujeres, contra los niños, ¿qué tenemos que hacer para transformar nuestra realidad, para caminar hacia un mejor lugar? Ciertamente la respuesta no es encumbrar o poner al frente de nuestras instituciones a quienes carecen de probidad; debería ser lo contrario, que quienes aspiren sean quienes se conduzcan con apego a la ley, quienes enseñan con el ejemplo, quienes llevan una vida de valores, principios, moral y ética a la que todos deberíamos aspirar, que el pensar en ser representante popular exija a las personas un comportamiento personal extraordinario, digno y ético. México lo merece, nuestra gente y nuestro planeta también.

Citando a Schopenhauer, “la virtud no se enseña, como tampoco el genio”.  
@bupi