Por: Cristal Pelayo Rodríguez

La migración es una de las prácticas más antiguas de la humanidad. Contrario a lo que a menudo se piensa, prácticamente todos los seres humanos en este planeta han tenido que emigrar de su lugar de origen. Incluso si realizamos un análisis personal, es muy probable que encontremos a un migrante en nuestra línea genealógica, es prácticamente imposible encontrar una comunidad totalmente nativa en el mundo actual. Este hecho nos lleva a cuestionar la consideración legal que se les otorga a los migrantes en la actualidad, sobre todo en nuestro país.

A pesar de que nuestro país representa una de las comunidades migrantes más grandes del mundo, también tenemos una de las normativas anti-migrantes más restrictivas del mundo. Esta política estatal es altamente contradictoria. Por un lado, durante siglos hemos protestado contra la discriminación de los migrantes mexicanos en Estados Unidos de América, pero al mismo tiempo, ocurren tragedias como la que sucedió en la frontera en marzo del presente año, donde las condiciones inhumanas en las que se encontraban los recluidos resulto en la negligencia que causó la muerte de decenas de personas provenientes de Centroamérica. Además es innegable que en nuestro país existen “calidades de migrantes” por un lado, se les abre las puertas y se les concede todas las facilidades a los migrantes de países desarrollados para que puedan instalarse en México (motivando fenómenos como la gentrificación en la alcaldía Cuauhtémoc) pero por el otro lado, se les cierra la puerta y se recluye y discrimina a los migrantes de otras partes del mundo. Es hora de reconsiderar la forma en que creamos nuestras leyes contra los migrantes, especialmente si deseamos cambiar la percepción que otros países tienen de la comunidad mexicana en el extranjero.

También esta reformulación de las políticas públicas y de la legislación mexicana permitirá verdaderamente promover el «Ius Commune», el cual representa uno de los objetivos más anhelados en América Latina. Esta idea sostiene que la mejor manera de abordar los desafíos globales que enfrentamos en los años venideros, como el cambio climático y la sobrepoblación, es crear un sistema común de protección de la soberanía internacional, una legislación que sea concurrente y que persiga fines similares a través de medios afines.

México ha expresado su interés en formar parte de este esfuerzo, lo que ha quedado claramente de manifiesto con la creación de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y con los múltiples tratados de libre comercio que se han celebrado con la región. Sin embargo, para lograr un impacto real en la percepción que se tiene de los mexicanos en el extranjero y para impulsar eficazmente el «Ius Commune» en la región latinoamericana, es crucial que modifiquemos nuestras políticas migratorias de una vez por todas.

Esta transformación no solo beneficiará a México, sino que también fortalecerá nuestra posición en el ámbito internacional. Al adoptar un enfoque más inclusivo y colaborativo con nuestros vecinos latinoamericanos, estaremos contribuyendo de manera significativa a la construcción de un futuro más justo y sostenible para toda la región. Además, al liderar este esfuerzo, podremos inspirar a otras naciones a unirse a esta causa y a crear un Ius Commune más amplio que aborde los desafíos comunes que enfrentamos en el siglo XXI.
@CristalPelayoR