Por: Enrique Toussaint

Pocos textos tan innovadores como Inside the Mind of a Voter de los británicos Michael Brutery Sarah Harrison. La tesis principal del libro es disruptiva: las elecciones ya no son un momento específico de nuestra vida democrática que resuelve quién gobernará, sino un continuo que define nuestra identidad. Frente a esta realidad, es infantil pensar que la ciudadanía se espera a que comiencen los tiempos de campaña o que logra diferenciar entre tiempos electorales y no electorales. El tiempo de la política de identidad es el tiempo en donde las guerras culturales e ideológicas son la cotidianeidad. Al elector se le gana reforzando todos los días el mensaje. Recordándole todos los días quién es y en qué cree (o debe creer). La mañanera del presidente es la sublimación de esta idea.

Tras ser electa candidata del Frente por México (aunque el nombre del cargo sea uno más complicado), Xóchitl Gálvez ha ido de error en error. Parece haber perdido rumbo y da la impresión de que el tiempo es su peor enemigo. La gestión del tiempo, clave en política, parece jugarle una mala pasada. Claudia Sheinbaum quien tiene más que perder en una carrera larga, ha sabido gestionar mejor estos meses de calma tensa. Cual campaña priista, Claudia se ha movido por el país para cerrar acuerdos y aceitar la maquinaria rumbo al 24.

En este contexto, es inentendible que Xóchitl Gálvez no haya pedido -ya- licencia a su cargo de senadora. La obstinación por seguir en su escaño sólo refuerza la idea de que su candidatura no es seria. Que no está entregada en cuerpo y alma a construir una alternativa al régimen. Mientras Sheinbaum se mueve con total libertad por el país e incluso hace eventos con miles de personas en plazas hostiles a Morena como Guadalajara, Xóchitl hace tuits, bromas y algunas entrevistas. La oposición no ganará desde una oficina en Polanco, sino desde el territorio.

De la misma forma, Xóchitl se mantiene enclavada en los debates nacionales y pierde contacto con las realidades locales. Se equivocan quienes creen que las campañas se ganan únicamente en medios nacionales o en redes sociales. Los medios locales siguen teniendo una potencia muy relevante a la hora de moldear las preferencias, simpatías y antipatías de los ciudadanos. Si Xóchitl quiere ser presidenta debe barrer en Guadalajara, Monterrey, León, Aguascalientes, Puebla, Veracruz, Querétaro. ¿Qué está esperando la candidata del Frente para tener un mensaje claro y nítido para los electorados desencantados con el actual Gobierno? El conocimiento de Xóchitl se mueve entre los 42 y los 47% -según la encuesta-, sólo va a ser conocida si va a los estados y se presenta como alternativa.

Necesita dejar las ocurrencias y pasar a las ideas. Este perfil dicharachero le permitió presentarse como una política auténtica y alejada del viejo establishment político. Digamos que no es una Beatriz Paredes o una Santiago Creel. Sin embargo, ese personaje está caducando. El votante independiente, que será clave en la próxima elección y que se mueve entre los 22 y los 30 puntos, necesita ver más que memes. Debe ver que detrás de Xóchitl hay una serie de personas que le darían viabilidad a un auténtico proyecto nacional. Competir con Morena a través del chistorete y el troleo no tiene el menor futuro.

Xóchitl ha tendido a partidizar su perfil. Para el votante no partidista, es muy difícil ver a Xóchitl como alternativa si sale rodeada de banderas panistas o priistas. Nos recuerdan los mítines de la partidocracia más rancia. ¿Dónde quedó la outsider que no se reconocía en las siglas de los partidos? Xóchitl prometió ser la cabeza de un movimiento que trascendiera a los partidos. Entiendo la lógica política de cerrar con los partidos que tienen las estructuras y el potencial movilizador, pero no quedarse ahí. Sin embargo, esa política de puertas abiertas a los independientes, a los desencantados con Morena o al votante emecista se achica si Xóchitl luce como rehén de los partidos políticos.

Xóchitl tiene un par de meses para demostrarle al electorado que hay de dos sopas en esta elección: o Claudia, quien no ha ocultado que es títere de López Obrador, o un cambio de la mano de Xóchitl. Para eso, la independencia de la candidata del Frente es fundamental. Fuera los partidos políticos. Un proyecto sólido que ilusione a una gran parte del electorado que sigue en la indefinición. Xóchitl debe ponerse las pilas porque corre el riesgo de ser derrotada antes de que el árbitro pite el inicio del partido.
@EFToussaint