Por: Cecilia Núñez

La promesa de retorno del Día de Muertos

La festividad, resultado de un sincretismo cultural muy profundo, ya se convirtió en el ritual que nos da la oportunidad de volver a “abrazar”, aunque sea con el recuerdo, a los que ya se fueron. El Día de Muertos en México también nos abre la puerta para vivir libremente esa sensación agridulce de rememorar a los que siempre vamos a amar aunque ya no estén.

Me consuelo con la idea de que, aunque no tenga una sola clave de lo que hay después de la vida, al menos podré regresar una vez al año a comer lo que amaba en vida (mi lista personal de platillos por los que regresaría a celebrar el Día de Muertos en México con los vivos es tan larga que ocuparía más de un día al año).

Me conmueve el común acuerdo entre mexicanos de tomarnos un par de días para edificar altares a lo más sagrado, esperar a nuestros muertos y muertas con velas prendidas, colores encendidos y disfraces de Catrinas,sin importarnos que el mundo nos tache de locos, esquizofrénicos, payasos u oscuros; más bien, se nos unen con entusiasmo desmedido

Somos un pueblo ritual. Nuestra imaginación, sensibilidad e inclinación para enfiestar, valiéndonos de cualquier pretexto, incluso de lo que más nos desgarra, se conserva intacto desde tiempos inmemoriales. Somos buenos para mezclar, para fusionar creencias, religiones y hacer pagano hasta lo más sagradosantificar lo más pagano y seguir danzando… Esta danza con nuestros muertos, con nuestros vivos, jugar a desdibujar tiempos y espacios, a cruzar por un par de días, las fronteras, las dimensiones, los mundos alternos, brindar y hasta amigarnos con la idea de nuestra  propia muerte.

Viajar por el reino de los muertos

Desde siempre, acostumbro pasar estos días llenos de misticismo en sitios como Míxquic,  Tepoztlán,  Malinalco, la ruta de las Haciendas en Tlaxcala, acudiendo al Festival de las Ánimas o la Ruta de los cenotes (conocidos por los mayas como umbrales al inframundo) de Mérida o en el Gran Mictlán, en Oaxaca… Todos cuentan con sitios sagrados donde se le rinde culto a nuestros antecesores desde años memoriales.

Mi celebración de Día de Muertos favorita fue en 1998, y sucedió en la ribera del lago Pátzcuaro, cuyo nombre en purépecha significa «La Puerta del Cielo». Huyendo de la muchedumbre, terminamos en la Isla de Pacandaparticipando de un ritual familiar, íntimo, respetuoso y discreto… Y por lo tanto muy conmovedor.

También nos recibieron y compartieron de su cena las familias de Santa Fe de la Laguna. Esta es considerada una de las poblaciones más importantes de la cultura purépecha, donde se conservan con gran esplendor su lengua, vestido y gastronomía. La comunidad se ubica en la ribera del lago, a 27 km de la ciudad de Pátzcuaro y a tres de la ciudad de Quiroga.
El Día de Muertos en México es una celebración que mezcla la cultura prehispánica con las creencias religiosas españolas y se realiza en medio de coloridas ceremonias, entre sabores, incienso y músicaDe hecho, el ambiente de estas celebraciones se torna en momentos solemne, burlesco, silencioso y muchas veces envuelto en algarabía.

Feliz día de Todos los Santos.
@cecinunez