Por: Jesús Sesma Suárez

La crisis hídrica global es una realidad que no debemos ignorar, el agua se está convirtiendo en un recurso cada vez más escaso y sus repercusiones, profundas y generalizadas, se expanden año con año, rebasando la capacidad de respuesta ante el problema y elevando el grado de complejidad hacia la consolidación de un modelo integral para su uso, gestión y manejo sostenible.

Diversas zonas en nuestro país enfrentan fuertes problemas asociados a la falta del agua y, en algunas, como el municipio de Naucalpan, en el Estado de México, la situación se ha salido de las manos y su administración local ha llegado, incluso, a declararse incapaz de brindar el servicio de agua potable a sus habitantes, lo cual es inaudito.

En un contexto cada vez peor, hoy, más del 80% del territorio nacional se encuentra en condiciones de sequía en distintos grados, de acuerdo con datos de la Comisión Nacional del Agua (Conagua).

La Ciudad de México y el Área Metropolitana se encuentran entre las zonas más afectadas por el estrés hídrico, tan es así que, en días recientes, el gobierno capitalino se vio en la necesidad de solicitar a más de una decena de empresas, con las que mantiene convenios, la aportación de un volumen considerable de los metros cúbicos que no consumen para distribuirlos a los hogares capitalinos.

Pero, si bien el acceso al agua potable y saneamiento es un derecho humano de las personas y, por ende, una obligación de los gobiernos a realizar todo lo necesario para garantizarlo, es también un bien social que debemos valorar y preservar.

En ese sentido, es tan fundamental que los gobiernos de todos los niveles inviertan en infraestructura y mantenimiento, como esencial es la toma de conciencia respecto a la problemática que la escasez representa y, en dicho aspecto, el actor principal es el ciudadano, pues no existe política pública que resulte efectiva sin la participación de las personas.

Según las estimaciones, cada día en territorio capitalino se consumen entre 370 y 380 litros de agua por ciudadano, siendo el sector residencial el que mayor uso demanda; de seguir sin lograr el uso racional del recurso, el Sistema Cutzamala podría llegar al día cero —es decir, a no contar con suficiente recurso para abastecer a las zonas que suministra— antes de que concluya este año.

De modo que ya no sólo es necesario, es urgente que todas y todos, sin importar la actividad en la cual nos desempeñamos o el sector para el que colaboramos, comprendamos que el agua es un recurso limitado y vulnerable, que su escasez es un problema que ataca en distintas direcciones y que, tarde o temprano, nos alcanzará a cada uno de nosotros, pues no hay ambiente ni actividad que pueda prescindir del recurso, ya sea de forma directa o indirecta, para subsistir.

México está cada vez más seco, se está deshidratando y, antes de que llegue a las peores circunstancias, es preciso abordar con urgencia, compromiso social y soluciones innovadoras, el gran desafío que representa la escasez de agua.
@ChuchoSesmaPVEM