Por: MARIANA BOY TAMBORRELL

Nuestros abuelos solían hablar del buen clima de la Ciudad de México pues nunca hacía demasiado calor ni demasiado frío. Lamentablemente dicho clima parece estar cambiando. En los últimos días hemos padecido calores que ya rompieron el record histórico de temperatura al registrar 34.2 grados Celsius en la Ciudad, cuando el registro máximo había sido de 33.9 grados en el año de 1998.

De acuerdo con el Servicio Meteorológico Nacional que depende de la Comisión Nacional del Agua, gran parte de nuestro país atraviesa una ola de calor con temperaturas que alcanzan hasta los 45 grados Celsius en Campeche, Chiapas, Guerrero, Michoacán, Oaxaca, Tabasco y Veracruz; de 40 a 45 grados en Colima, el norte de Hidalgo, Jalisco, Morelos, Nayarit, Nuevo León, San Luis Potosí, Sinaloa, Tamaulipas y Yucatán; de 35 a 40 grados en Aguascalientes, Chihuahua, Coahuila, Durango, el suroeste del Estado de México, Guanajuato, norte y suroeste de Puebla, Querétaro, Quintana Roo, el sur de Sonora y Zacatecas; y de 30 a 35 grados Celsius en Baja California, Baja California Sur, Ciudad de México y Tlaxcala.

La exposición a altas temperaturas acarrea diversos riesgos para la salud, toda vez que puede alterar funciones vitales y provocar calambres, casos de dermatitis, edemas, quemaduras, insolación, deshidratación y golpes o síncopes de calor, especialmente entre la población más vulnerable como son los niños muy pequeños, enfermos crónicos y adultos mayores. Por esa razón, los sistemas de protección civil activan las alertas por temperatura y recomiendan medidas preventivas como evitar la exposición prolongada a la radiación solar e hidratarse frecuentemente.

Se sabe además, que las consecuencias del cambio climático en términos de salud pública serán bastante graves, toda vez que se perderán vidas especialmente en las zonas de riesgo por sequías e inundaciones, derivado de hambrunas por la pérdida de cosechas, así como fallecimientos asociados a la propagación de enfermedades por la falta de agua o higiene, como son el cólera, la diarrea, parásitos intestinales, dengue o paludismo.

Ahora un estudio reciente sugiere también riesgos para la salud mental y un incremento de la violencia como consecuencia de incrementos de la temperatura. El estudio denominado “Positive Association of Aggression with Ambient Temperature” publicado en el Yale Journal of Biology and Medicine, se basa en datos de Seúl Korea y encuentra una asociación positiva entre el incremento de la temperatura y el incremento de los casos de agresión y asalto, es decir, que las altas temperaturas también conllevan el riesgo de elevar los niveles de violencia.

Se trata de un análisis estadístico basado en un modelo de epidemiología medioambiental, con el que los autores concluyen que por cada incremento de un grado en la temperatura determinada en grados Celsius, existe el riesgo de que se incrementen en 1.4% las muertes violentas por asalto, particularmente entre hombres, adolescentes y personas con niveles de educación más bajos. De acuerdo con los autores, el estrés causado por calor puede aumentar la irritabilidad y el comportamiento agresivo, al afectar los procesos cognitivos y la actividad de los neurotransmisores en el cerebro.

Otra de las posibles razones estiman, es que en los días más calurosos hay más posibilidades de interacción social y por lo tanto se presentan más conflictos interpersonales que pueden acabar en actos violentos.

Dicho análisis estadístico tendría que replicarse y verificarse en muchas otras latitudes del mundo, para valorar y aislar realmente el impacto de la temperatura en los niveles de violencia humana, frente a otros factores sociales comunes, como son la venta y tráfico de drogas, condiciones sociales de marginación, violencia intrafamiliar y muchos otros. No obstante, no debemos descartar que el incremento de la temperatura también pueda afectar nuestro ánimo y salud mental, una razón más para ser consientes de las consecuencias que tendrá el cambio climático.

Y tal vez en esa materia, deberíamos tomar el ejemplo de nuestros hermanos de Campeche o Yucatán, lugares donde los niveles de delincuencia se han mantenido relativamente bajos o estables, pese a los calores que sufren los habitantes de la región. Tal vez, tomar una siesta de medio día sea una solución viable para impedir que nuestro ánimo se torne más violento por el calor o ¿ustedes qué opinan?
@mariana_boy