Por: Fabiola Guarneros Saavedra

¿Por qué a la 4T le incomodó tanto el documento Compromiso por La Paz, impulsado por la Conferencia del Episcopado Mexicano?, si fue producto de casi dos años de recorrer el país, de recoger la opinión de veinte mil personas en más de mil foros y conversatorios.

Las estrategias de política pública para la paz, contenidas en el documento de 53 páginas, representan un llamado a la colaboración, a la exigencia y al trabajo conjunto, sin importar el partido, las filias y las fobias. ¿Por qué no valorarlas en su justa dimensión?

¿Molesta que el esfuerzo provenga de un sector “conservador” que ha sido denostado desde Palacio Nacional? ¿Para qué firmarlo si no se está de acuerdo con la visión de país que se presenta? ¿O simplemente se necesitaba la foto para la campaña electoral?

¿Qué dice el documento? ¿Es tan demoledor y real que requirió un deslinde público?

En el tema seis, sobre la gobernanza, la realidad se describe así:

“México se debate entre un modelo de gobernanza criminal y un modelo de gobernanza democrática que hasta la fecha ha sido incompleto y precario. La debilidad de las instituciones que deberían garantizar la existencia de un Estado democrático de derecho y la rendición de cuentas de los gobernantes frente a la ciudadanía ha permitido un crónico estado de corrupción y el uso arbitrario del poder. Además de ser un entorno favorable para el crimen organizado y la normalización de la violencia extrema. Esto, en conjunto, niega a las personas el ejercicio de sus derechos y de su autonomía”.

Los hechos recientes en nuestro país, como los asesinatos de políticos y candidatos, la brutalidad y abuso de poder en las policías y Guardia Nacional, la intimidación y atentados a periodistas, casos de desaparecidos sin resolver, controversias en la Corte por el debilitamiento de las instituciones autónomas y la creciente polarización sustentan esa visión de la realidad, ¿no lo cree?

“La construcción de una gobernanza democrática que fomente la paz se vincula a los siguientes ejes temáticos: combate a la impunidad; garantía y protección de los derechos humanos y libertades fundamentales; rendición de cuentas y combate a la corrupción; consolidación de un Estado de derecho; creación de condiciones de paz en las zonas en conflicto; equidad y oportunidades; desmilitarización de funciones civiles y construcción de una gobernanza democrática en el ámbito digital.

“El centro de una gobernanza democrática es la existencia de un Estado de derecho, fundado sobre la supremacía de la ley, la independencia e imparcialidad del Poder Judicial, la seguridad jurídica, la igualdad, la no discriminación, la separación de Poderes, la participación ciudadana, la transparencia y la rendición de cuentas”.

Las propuestas contenidas en el documento se lograron luego de escuchar y entablar un diálogo con más de 1,600 instituciones, que consideran que la ausencia de paz se podría resumir en la presencia de los siguientes elementos:

“Instituciones débiles, inexistencia de división de poderes, corrupción, impunidad, pobreza y extrema pobreza, desigualdad económica y social, discriminación contra las poblaciones más vulnerables, falta de oportunidades de educación y trabajo, restricción de las libertades fundamentales, altas tasas de criminalidad y violencia extrema”.  ¿Cuántas identifica en su entorno?

¿Por qué consideran que nuestro tejido social está en un proceso de degradación acelerada? Aquí la respuesta:

“Se han agravado distintos tipos de violencias: la doméstica y de género, las redes de criminalidad y la delincuencia que, en paralelo con el aumento de la polarización política y la conflictividad social, han destruido los mecanismos de socialización que durante décadas operaron y permitieron que tuviéramos un país en paz, aunque profundamente injusto e inequitativo social y económicamente”.

Ahí están los datos, los de cada quien, pero que sustentan la desesperación y el clamor de justicia de las mujeres violentadas, desaparecidas y asesinados, de las madres cuyos hijos fueron “levantados” o torturados por el crimen organizado.

En el documento también se señala que “la escucha, el diálogo, la participación, la confianza entre personas en los ámbitos más cercanos y con mayor razón respecto de las instituciones están rotas. Prevalecen el miedo, la impotencia, la desconfianza y la incertidumbre”.

Las organizaciones que acompañan al Episcopado Mexicano concluyen que la paz es posible si se construye conociendo las condiciones y contextos específicos de cada territorio y comunidad; con la participación y compromiso de cada persona y sector en cada rincón, a partir de la responsabilidad ética de asumir el trabajo que nos corresponde; “con una mirada de Estado y no de partidos, de diálogo y no de polarización, de horizonte y no de inmediatez”. ¿Está de acuerdo? Construyamos paz.
@Fabiguarneros