Por: Adriana Delgado

El huachicol no sólo es robo sino fuente de mucha violencia. La venta no es sólo ofreciendo gasolina, diesel o gas LP a precios mucho más bajos. Las mafias también suelen obligar a comunidades enteras a comprar y a establecimientos formales a vender.

En octubre pasado, por ejemplo, las redes sociales viralizaron cuatro videos que mostraron cómo 14 piperos fueron obligados, a punta de pistola, a derramar su carga sobre un tramo carretero cerca de Matamoros, Tamaulipas, para enviar el mensaje de que los expendedores locales debían alinearse con el negocio del huachicoleo organizado.
De acuerdo con sus propias cifras, Pemex gastó 549 millones de pesos en sellar tomas clandestinas detectadas, dinero que, en comparación, pudo haber servido para las pensiones anuales de 19 mil adultos mayores. Oficialmente, pierde 18 y medio millones de pesos diarios por el robo de combustibles pero ¿de verdad es ese el tamaño del problema?

En 2023, la Organización Nacional de Expendedores (Onexpo), estimó que de los 192 millones de litros de combustible diarios que consume el país, el 30 por ciento todavía correspondieron al huachicol, es decir, 57.6 millones de litros de gasolina y diesel en un mercado negro que ocasiona pérdidas por 1,372 millones de pesos en ingresos e impuestos, que también significan una asfixiante competencia desleal. Eso, más el crecimiento acelerado del robo de gas LP aun cuando Pemex continúa detectando un piquete ilegal a sus ductos cada 3 horas y media.

De acuerdo con una evaluación de final de sexenio hecha por el Observatorio Nacional Ciudadano de Seguridad, Justicia y Legalidad, en los primeros cinco años del gobierno actual se registraron 47 mil 317 tomas clandestinas de hidrocarburos, 120 por ciento más que las 21 mil 503 del mismo periodo de la administración anterior.

Eso, aún con la guerra contra el huachicol que emprendió el gobierno en 2019 cuando, incluso, ocasionó desabasto de gasolina en todo el país, cerró cientos de kilómetros de ductos para desalentar el robo y compró 571 pipas que entregó al ejército para el traslado custodiado de combustibles. El resultado de aquellos meses, según el Ejecutivo federal, fue que el robo de gasolina se redujo de 3.4 millones de galones por día en noviembre de 2018 a 200 mil en abril de 2019.

¿Y entonces? Bueno, ni las fuerzas armadas ni las de seguridad pública tienen la capacidad necesaria para vigilar permanentemente más de 30 mil kilómetros de ductos. Además, en el periodo en que los de gasolina y diesel estuvieron en el ojo público, fue también cuando los delincuentes voltearon la vista hacia los de gas licuado de petróleo. Así, al paso de los siguientes años, terminaron haciendo un negocio mucho más grande y diversificado.

¿Qué es entonces lo que se tiene que hacer para detener el huachicol? Se han puesto sobre la mesa muchas ideas: entregar combustible no terminado y ponerle el último ingrediente en el punto de venta, crear una policía especializada en robo de hidrocarburos, establecer controles volumétricos del combustible, usar drones para vigilar ductos, etc. ¿Cuántas de ellas se han explorado realmente? 
Fuentes:

@ADRIDELGADORUIZ

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