Por: Álvaro Vértiz

Como padre de dos hijas, me preocupo todos los días por impactar positivamente el mundo, y en particular a mi país, para que cuando ellas crezcan, encuentren un lugar más inclusivo, donde queden en el pasado historias de discriminación, brechas salariales, falta de oportunidades, y la falta de apertura para combinar su vida profesional con su vida personal y familiar.

Como profesor universitario y profesional he sido testigo de cómo un número cada vez mayor de mujeres terminan sus estudios académicos. Sin embargo, a medida que avanzan en sus carreras profesionales, muchas deciden retirarse, lo que resulta en que los roles directivos en las empresas y firmas se concentren predominantemente en hombres.
Desde mi posición como consejero de algunas empresas y como socio en la firma donde laboro, he podido observar y atestiguar que la contribución de la mujer es sumamente valiosa, ya que aporta un carácter distinto que agrega enorme valor y crecimiento. 

El que la mujer se enfrente a tantos retos laborales no hace sentido.

Hace unos días, tuve la fortuna de conversar con Maggie Switek sobre el impacto que tendría una mayor inclusión de la mujer en el mercado laboral. Una perspectiva interesante surgió del estudio “Mujeres como Motor de Crecimiento: El Potencial de las Trabajadoras en América Latina” del Milken Institute, del que Maggie fue coautora.

El estudio me resultó revelador ya que aborda la inclusión de la mujer en la fuerza laboral desde la perspectiva de la riqueza que una política inclusiva puede generar para una región o un país. Hoy quiero hablar sobre dicho estudio y compartir algunas reflexiones.

Desafortunadamente, México es el país con el índice más bajo de inclusión de la mujer en la fuerza laboral entre los cinco países más fuertes de América Latina, con sólo el 45% de mujeres participando, en comparación con un 78% de hombres.

Un dato interesante es que, siendo México la segunda economía más fuerte de la región, después de Brasil (generando el 27% del PIB regional) y con una población compuesta en más de un 52% por mujeres, es el país con menor participación femenina en la fuerza laboral. 

Por otro lado, el cambio demográfico, que incluye la disminución de la tasa de natalidad y el aumento en la expectativa de vida, ha reducido de manera significativa el bono demográfico. Esto sugiere que la gran oportunidad económica reside en la contribución potencial de la mujer en el trabajo, ya que, como menciona el estudio, la participación masculina en la fuerza laboral está prácticamente saturada. 

En lo que respecta al trabajo a tiempo completo, la situación es aún más preocupante. Casi un cuarto (22%) de las mujeres empleadas en la fuerza laboral trabaja a tiempo parcial, en contraste con un 8% de los hombres. En cuanto al trabajo de tiempo completo, el 57% de los hombres lo tiene, mientras que sólo el 28% de las mujeres puede acceder a él, debido a múltiples razones, incluyendo las responsabilidades domésticas. 

Un aumento del 17% en la tasa laboral femenina podría representar un incremento del 14% en el PIB de México, lo que subraya el gran potencial de una política pública que fomente una mayor inclusión de la mujer en el trabajo. 

A pesar de algunos esfuerzos importantes, para que esta oportunidad se convierta en realidad, existen varios retos, entre los cuales destaco los siguientes: 

Establecer programas educativos que fomenten la inclusión de la mujer desde edad temprana eliminando sesgos machistas que surgen muchas veces desde casa. 

Acceso a redes de apoyo. Es crucial que el gobierno retome el apoyo en este campo y particularmente el de Guarderías. La decisión de tener una vida laboral activa no debe imponerse a costa de renunciar a tener una familia. 

Eliminación de sesgos de género en la contratación y el ambiente laboral. Mientras estos sesgos persistan, será difícil lograr un cambio significativo. 

Igualdad salarial por trabajo igual. Si no existen condiciones equitativas, las mujeres no estarán incentivadas a trabajar formalmente y optarán por otras alternativas. 

Flexibilidad en los horarios laborales. Si no existen condiciones que permitan a la mujer alternar su trabajo con sus responsabilidades personales y domésticas, será difícil que elijan participar en la fuerza laboral. 

Podría seguir enumerando desafíos, como garantizar la seguridad y eliminar la brecha educativa, pero debemos empezar por algún lado. 

Como me dijo Maggie: “Con la creciente demanda por trabajadores y trabajadoras con alto nivel de habilidades generado por la entrada de la inversión extranjera directa en México, hoy más que nunca, México necesita a sus mujeres para seguir creciendo.”  

Para lograr un cambio, es imprescindible que tanto el sector público y el privado trabajen juntos. 

El futuro de México depende de ello y a inicios de sexenio con una mujer Presidenta parece que el viento sopla a favor. 

Fuentes:

@ALVAROVERTIZ

heraldodemexico.com.mx