MUSA RAUL MALDONADO

• Tuvo miedo del suicidio, porque fuera castigado con no verla en el más allá.

DEDICATORIA: ROSARIO DE LA PEÑA.

¡PIDO LA PALABRA! Desde esta tribuna periodística para exclamar “con ella todo, sin ella nada”, desgarrador sollozo poético de Amado Nervo. El poeta consagrado en sus versos y en sus metáforas, inspiración encendida que inmortalizó a su Ana; la veló, la lloró, por ella quiso quitarse la vida.
Velándola en soledad le escribió “La Amada Inmóvil”.
Hay amores que viven después de la despedida inevitable. Buscó comunicarse con ella después de muerta. La imaginaba en una estrella. Tuvo miedo del suicidio, porque fuera castigado con no verla en el más allá.
El domingo 24 de diciembre de 1911 fue la noche buena más triste de su vida. Su Ana estaba muy enferma, él la cuidaba, y el sábado 6 de enero fue la noche más espantosa, ella estaba en agonía; el domingo 7 de enero al mediodía Ana fallecía. Un mes después el diría estar enamorado de una muerta, de adorar a un fantasma. “Con ella todo, sin ella nada”, exclamaba.
Su corazón palpitante está en cada verso de GRATIA PLENA:
Todo en ella encantaba, todo en ella atraía
su mirada, su gesto, su sonrisa, su andar…
El ingenio de Francia de su boca fluía.
Era llena de gracia, como el Avemaría.
¡Quien la vio, no la pudo ya jamás olvidar!
Ingenua como el agua, diáfana como el día,
rubia y nevada como Margarita sin par,
el influjo de su alma celeste amanecía…
Era llena de gracia, como el Avemaría.
¡Quien la vio, no la pudo ya jamás olvidar!

Desgarradores versos escribió aquella infortunada noche en que la velaba. Cada lágrima se hizo verso, metáfora, estrofa…

Cierta dulce y amable dignidad la investía
de no sé qué prestigio lejano y singular.
Más que muchas princesas, princesa parecía:
era llena de gracia como el Avemaría.
¡Quien la vio, no la pudo ya jamás olvidar!
Yo gocé del privilegio de encontrarla en mi vía
dolorosa; por ella tuvo fin mi anhelar
y cadencias arcanas halló mi poesía.
Era llena de gracia como el Avemaría.
¡Quien la vio, no la pudo ya jamás olvidar!
¡Cuánto, cuánto la quise! ¡Por diez años fue mía;
pero flores tan bellas nunca pueden durar!
¡Era llena de gracia, como el Avemaría,
y a la Fuente de gracia, de donde procedía,
se volvió… como gota que se vuelve a la mar!
Ana Cecilia Luisa Dailliez, fue su musa encantadora por diez años, amor en secreto, que le hizo conocer la gloria y el infierno. Aquella noche derramó más lágrimas que estrellas han existido en el cielo. Él decía “yo no compongo mis versos, únicamente los escribo”.
¿Llorar? ¡Para qué!
Este es el libro de mi dolor:
lágrima a lágrima lo formé;
una vez hecho, te juro, por
Cristo, que nunca más lloraré.
¿Llorar? ¡Por qué!
Serán mis rimas como el rielar
de una luz íntima, que dejaré
en cada verso; pero llorar,
¡eso ya nunca! ¿Por quién? ¿Por qué?
Serán un plácido florigelio,
un haz de notas que regaré,
y habrá una risa por cada arpegio…
¿Pero una lágrima? ¡Qué sacrilegio!
Eso ya nunca. ¿Por quién? ¿Por qué?

*DIRECTOR DEL PROGRAMA RADIOFÓNICO VOZ, EDUCACIÓN Y COMUNIDAD DEL CSEIIO. maldonado3001@hotmail.com