EL jueves pasado, la voz firme de Ruth Montenegro sacó lágrimas en un pequeño salón de un edificio al norte de Quito. También su dulce canto y su indignación.

YADIRA TRUJILLO MINA

Periodista

«Hoy es un día de huelga; un día para recordarle al Estado y a la sociedad que, por el hecho de ser mujeres o niñas, nos siguen matando».

Pidió que, por un instante, imaginemos la pesadilla que ella vivió. Yo le invito a usted a hacerlo en este momento. Cierre sus ojos, piense en una niña que es muy importante en su vida e imagine que un día despierta y ella ya no está. Que ya no está porque su profesor, primo, amigo o papá violó a su niña y luego la asesinó.

La voz de Ruth es la de una madre que lleva cinco años luchando por justicia para su hija Valentina, de 11 años. La encontró muerta en la escuela, con signos de violencia sexual.

Sí, en ese lugar al que usted envía a sus hijas, sin imaginarse que un día no volverán. ¿Saben por qué? Porque la violencia de género mata. Por eso gritamos, por eso hoy marchamos. Si es- tuviera en el lugar de Ruth, ¿no querría usted destruirlo todo?

No exageramos. En el 2021 hubo 197 feminicidios y en lo que va de este año son más de 20. Este es un buen día para abrir el sitio web de Flores en el Aire, que muestra la historia de ocho vidas con las que la violencia feminicida terminó. Vidas, historias, no cifras.

Así lo gritan madres como Yadira Labanda. Así lo cuentan sus hijos, Dulce y Dennis, hermanos de Angie, cuando relatan que ella le ponía mucha mayonesa a la salchipapa. Recuerdan esa vida, no una cifra.

En Ecuador, una mujer es asesinada cada 44 horas por razones de género. «También matan a hombres», dirán. Y sí, pero los matan otros hombres, no sus parejas o exparejas, que se piensan dueños de sus cuerpos.

Hay una ley, pero hace falta presupuesto para aplicarla. Hay funcionarios, pero no están preparados con enfoque de género. Por eso cometen negligencias y los feminicidas son declarados inocentes. Por eso no hay justicia para las víctimas ni reparación para sus familias, para las madres destrozadas, para los hijos huérfanos. Por eso nos siguen matando.