Por: Mariana Aragón Mijangos

La prospectiva de nuestro país para las próximas décadas indica que gran parte del crecimiento demográfico será urbano, de acuerdo a ONU-Habitat para el año 2030, México pasará de tener 384 ciudades a 961, que concentrarán más del 80% de la población nacional. Aunado a ello, la sintomatología de problemáticas contemporáneas como el cambio climático, el manejo de residuos, al desigualdad social, y pandemias sociales como la violencia de género contra las mujeres y los siniestros viales, llaman a gobiernos y sociedades locales a repensar conjuntamente nuestras ciudades, nuestros espacios, pues en cada uno de estos retos, el urbanismo sostenible con enfoques de género y solidario, plantea oportunidades de solución cuyo horizonte es generar espacios seguros, equitativos, sostenibles e incluyentes.

Adriana Ciocoletto de la red de urbanistas catalana Col.lectiu Punt 6, define los espacios públicos como aquellos que constituyen el soporte físico de los usos sociales, es decir, la calle, parque, vía, barrio, colonia o territorio urbano donde se entretejen las relaciones sociales y económicas, e incluso nuestra interdependencia humana con el ambiente.

En nuestra cotidianidad oaxaqueña nos hemos acostumbrado a espacios públicos rotos, carentes de planeación segura e incluyente, desiguales porque privilegian el tránsito del automóvil particular por encima de otros modos de transporte, desde una visión androcéntrica que solo contempla los viajes de la casa al trabajo y no aquellos que tienen que ver con la vida cotidiana de las personas, que desde el feminismo urbanista llamamos movilidad de cuidados (escuela, mercado, centro de salud, casa, parque, etc.)

Como resultado, tenemos una ciudad poco resiliente y debilitada, dependiente de la movilidad motorizada que la hace presa fácil de las presiones de grupos, insegura en términos de seguridad vial e insostenible en lo ambiental. Entonces, ¿Cómo dignificar los espacios públicos? Primero, desde una visión que considere las necesidades diferenciadas de todas las personas, de mujeres y hombres, niñez y personas con discapacidad; segundo desde un enfoque sostenible que promueva infraestructura verde y movilidades activas, cambiando las islas de calor provocadas por materiales como el concreto, por el uso de ecotecnias; y tercero promoviendo diseños solidarios y participativos en la planeación e implementación de intervenciones urbanas. Sergio Fajardo, ex alcalde de Medellín, reconocido por los logros en materia educativa, decía “La calidad de la educación empieza por la dignidad de los espacios”, y esto no se remitía a sólo a aulas y bibliotecas, sino a la influencia del urbanismo en la transformación social. Oaxaca también merece transformar sus espacios, para transformar sus realidades.
@MarianaAM147