Vida después de la vida
Por: Ingrid Schemelensky
La donación de órganos es una práctica médica que salva miles de vidas al permitir mejorar considerablemente la calidad de vida de pacientes e incluso, salvarles la misma.
En México, la cultura de la donación de órganos ha cobrado importancia en las últimas décadas, pero aún enfrenta numerosos retos, desde factores culturales hasta limitaciones políticas y de infraestructura. De acuerdo con la Secretaría de Salud, en 2022 se realizaron 6 mil 33 trasplantes, representando un aumento del 40% en comparación con la cifra de un año anterior.
Nuestro país cuenta con un sistema de salud que, pese a las limitaciones, ha hecho importantes avances en la promoción y regulación de la donación de órganos. José Salvador Aburto Morales, Director General del Centro Nacional de Trasplantes(CENATRA), informó que, en lo que va de este año, se han realizado 2 mil 703 trasplantes de córnea, 2 mil 255 de riñón, 224 de hígado y 35 de corazón; siendo estos procedimientos, los más requeridos.
Como otros tantos impasses que atañen a México, la escasez de donantes, vivos o fallecidos se debe principalmente a la desinformación influenciada por la cultura; cultura en la que los mitos triunfan por sobre los datos científicos. Si a este contexto se suman limitaciones logísticas o de recursos necesarios para mantener un sistema de procuración de órganos eficiente y coordinado, podemos entender las preocupantes cifras de resolución médica.
Claro que se han impulsado campañas de sensibilización donde se informa acerca de la importancia de la donación de órganos,promoviéndolo como un acto altruista. Sin embargo, dicha iniciativa no termina por ser suficiente para cubrir la cuota que las mexicanas y los mexicanos, esperan.
Debe saberse que, el país cuenta con un marco legal en torno a la donación y trasplante de órganos, establecido en la Ley General de Salud y regulado por el CENATRA.
Entre las políticas implementadas por dicha institución se encuentran el fomento de la donación en vida y la creación de un sistema de registro de donantes, pero (otra vez), la falta de infraestructura y recursos para la identificación y manejo de donantes fallecidos ha limitado el impacto de estas políticas.
Es crucial contar con hospitales equipados para manejar los procedimientos de procuración y trasplante, algo que actualmente es limitado, especialmente en estados con menor infraestructura médica; asimismo, urge que el Estado invierta cualquier cantidad de recursos para facilitar el proceso de procuración de órganos.
El futuro de la donación de órganos en México depende, en gran medida, de la educación, concienciación y mejora en los procesos de procuración y trasplante de órganos.
Actualmente, existen múltiples alternativas para promover la cultura de la donación, el uso de tecnología para registrar y comunicar decisiones sobre el tema junto con el fortalecimiento de la infraestructura de salud, podría aumentar significativamente la eficiencia del sistema de donación de órganos.
La colaboración entre el sector público y privado, así como con organizaciones internacionales, también sería un paso importante para fortalecer el sistema y aumentar la disponibilidad de órganospara aquellos que lo necesitan.
Si bien se hablaba sobre el progreso de dicha práctica en nuestro país, podemos deducir que es indispensable trabajar en conjunto, sectores públicos y privados, para erradicar el enorme reto al que nos enfrentamos.
No se debe perder de vista el objetivo central de la mencionada práctica: salvar vidas. Es por esto por lo que, el camino hacia una cultura de la donación de órganos no es solo un desafío en materia de salud pública, sino a su vez, un cambio de mentalidad en la sociedad mexicana que terminaría por marcar una profunda diferencia para las generaciones futuras y, con ello, lograr ser una nación de referencia mundial al salvar vidas humanas.
Fuentes:
lasillarota.com
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